El pez chico
El pez grande suele comer al chico, pero cuidado con el chico, porque con frecuencia acaba laminando al grande.
El pez grande suele comer al chico, pero cuidado con el chico, porque con frecuencia acaba laminando al grande.
Pablo Iglesias se ha deshecho de Errejón con un regalo envenenado, la candidatura a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Envenenado porque la candidatura debe pasar por unas primarias. Pero que se ande con ojo el líder de Podemos: cantidad de gente de su partido piensa que Errejón tiene más visión política que Iglesias cuando apuesta por un buen trabajo parlamentario en lugar de la algarada callejera y, por otra parte, mujeres hay en ese partido –más de las que cree Iglesias- que se sienten mal, y lo confiesan, cuando ven que las relaciones sentimentales se anteponen al trabajo bien hecho. Por no hablar de la incongruencia de que sea Irene Montero la nueva portavoz parlamentaria cuando Iglesias y Montero marcaban distancias con un Errejón empeñado en potenciar la labor en las instituciones mientras Iglesias y Montero defendían las movilizaciones sociales.
Nada hay más peligroso que un dirigente resentido y que se siente injustamente tratado, y Errejón es en este momento las dos cosas. Tiene razón Iglesias cuando dice que Errejón gusta al PSOE y al PP, pero no la tiene cuando dice que gusta menos fuera que dentro de su partido. Si escuchara a algunos de sus votantes se daría cuenta de cómo ha cambiado el panorama dentro de Podemos, cómo ha calado la idea de que hay que aprovechar la coyuntura para hacer política en serio, no política espectáculo.
En la historia de amor-desamor de Iglesias y Errejón no se ha escrito la última palabra. Los gritos de “Unidad” de Vistalegre 2 indican que los podemitas no están satisfechos con el resultado y no pararán hasta se reconozca que por encima de los méritos personales están los méritos políticos.