América es el futuro de Europa
Los asaltos a las verjas, los periplos suicidas en barcos y pateras, no cesarán hasta que todos los africanos que padecen en sus países condiciones de vida insoportables y sin esperanza hayan llegado a Europa. Y son muchos millones. Nada de lo que se haga para frenarles funcionará, salvo el uso sistemático y disuasorio de las armas de fuego, remedio al que naturalmente Europa no está dispuesta a recurrir, por lo menos de momento, pues sería volver a su pasado colonialista y exterminador de pueblos, lo cual la buena conciencia de sus ciudadanos no le permitiría.
Los asaltos a las verjas, los periplos suicidas en barcos y pateras, no cesarán hasta que todos los africanos que padecen en sus países condiciones de vida insoportables y sin esperanza hayan llegado a Europa. Y son muchos millones. Nada de lo que se haga para frenarles funcionará, salvo el uso sistemático y disuasorio de las armas de fuego, remedio al que naturalmente Europa no está dispuesta a recurrir, por lo menos de momento, pues sería volver a su pasado colonialista y exterminador de pueblos, lo cual la buena conciencia de sus ciudadanos no le permitiría.
Todos estos temerarios emigrantes subsaharianos, por cierto, son varones: será también inevitable que vengan también sus mujeres e hijos, o proporcionarles la posibilidad de que se relacionen fluidamente con mujeres indígenas europeas que quieran formar con ellos familias; lo que a priori no es imposible pero tampoco sencillo, dada la gran diferencia cultural, económica, religiosa, etc entre unos y otras.
A todos habrá que proporcionarles empleo, alimento, educación y sanidad: un reto difícil, sobre todo cuando el trabajo tiende a desaparecer a consecuencia de la revolución tecnológica.
Por consiguiente hay que ir afrontando la idea de que una Europa compacta y burguesa, que prospera adecuadamente, con décadas de paz y estabilidad por delante para ir consolidando su proceso de unión es un sueño con menos futuro que una mosca en su tercer día de vida. Estos movimientos migratorios imparables son el principio del fin de una idea que resultaba muy confortable.
¿Qué hacer? Es preciso orquestar instrumentos de Gobierno mundial que se adueñe del Continente Negro, por lo menos en todas las zonas ocupadas por Estados fallidos y satrapías, para imponer una neocolonización o protectorado racional: llevar Europa a África para evitar que África se venga a Europa. Pero como esto es utópico, será preciso resignarse al colapso del viejo continente bajo el peso de una enorme masa de desarraigados, o bien se organizará en una división dual de tipo suramericano: por un lado unas comunidades acomodadas, de natalidad decreciente, organizadas en condominios protegidos por cuerpos de seguridad armados hasta los dientes, y por el otro una masa con un índice de natalidad altamente expansivo, amontonada en ciudades de chabolas y favelas. En efecto, América es el futuro de Europa.