El giro lingüístico de la revolución
Cuando Hemingway vino a España para hacer una serie de reportajes sobre la guerra civil, fue a solicitar información a Edward Knoblaugh.
Cuando Hemingway vino a España para hacer una serie de reportajes sobre la guerra civil, fue a solicitar información a Edward Knoblaugh.
– ¿Qué puede usted decirme -le preguntó- respecto a las noticias que hemos recibido de “paseos” a derechistas?
Knoblaugh le contestó que, desgraciadamente, se estaban cometiendo excesos.
– ¿Me lo dice usted porque lo sabe a ciencia cierta o porque se lo ha contado alguien?
Knoblaugh comenzó a describirle lo que había visto con sus propios ojos en las afueras de Madrid.
– ¡No lo creo! -exclamó Hemingway- ¡Nada ni nadie me harán creer semejante cosa! ¡Usted debe de ser fascista!
Y en estas estamos.
Hoy es fascista y, por lo tanto, falta a la verdad e incita al odio, todo aquel que se atreve a poner en cuestión el giro lingüístico de la revolución, que es el intento de imponer la hegemonía del lenguaje políticamente correcto.
En el año 2004 se editó en los Estados Unidos un libro premonitorio titulado ‘What’s the Matter With Kansas? How conservatives won the heart of America’. Hay una traducción francesa del 2013 con un título más expresivo: ‘Pourquoi les pauvres votent à droite?’ La pregunta que se hace el autor, Thomas Frank, es la siguiente: “¿Cómo es posible que un obrero que votaba a la izquierda en 1960 se pase con armas y bagajes al populismo de derechas?”. Hoy podríamos reformularla de esta manera: “¿Cómo ha sido posible el triunfo de Trump?” o “¿Cómo es posible que Marine Le Pen dirija el primer partido obrero de Francia?”.
Quizás para hallar la respuesta, debiéramos probar con esta pregunta: “¿Cómo es posible que el giro lingüístico de la revolución repugne a tantos obreros?”.
Me temo que si algunos siguen recurriendo a la etiqueta “fascista” es porque facilita mucho las cosas a quienes desean seguir viviendo en el mundo de las quejas transferibles y así eludir el inquietante reto de tener que conocerse a sí mismos. Para ellos, ser de izquierdas es vivir permanentemente escandalizados por lo mal que funciona el mundo por culpa de los fascistas… que son los que impiden el triunfo de la justicia.
¿Y de derechas? ¿Qué es ser de derechas? Si atendemos a lo que ocurre en España, es algo que nadie quiere ser… para no verse acusado de fascista.