La libertad de ser uno mismo
Enrique Krauze dice que la libertad es como el aire, solo la percibimos verdaderamente cuando falta. Se nos olvida que respiramos y se nos olvida que somos libres. Por eso, de vez en cuando, hay que realizar recordatorios. Uno de los más expresivos es el Orgullo Gay.
Enrique Krauze dice que la libertad es como el aire, solo la percibimos verdaderamente cuando falta. Se nos olvida que respiramos y se nos olvida que somos libres. Por eso, de vez en cuando, hay que realizar recordatorios. Uno de los más expresivos es el Orgullo Gay. Es una celebración de la libertad, quizá la más sincera e importante porque tiene que ver con la identidad individual y la aceptación social de uno mismo. España es el país del mundo que más tolera la homosexualidad (un 88%). Es pionero en el matrimonio homosexual, y uno de los destinos preferentes de muchos refugiados LGBTIQ. Esto no debería dar lugar a la complacencia. Son necesarios todavía muchos avances sociales, que tienen más que ver con la aceptación social y la normalización que con añadir letras a unas siglas; especialmente de transexuales, pero también de homosexuales en zonas rurales, por ejemplo.
Por eso la idea de un orgullo crítico, que organiza un sector del colectivo LGBTIQ anticapitalista que denuncia la mercantilización y la “neoliberalización” del Orgullo, está desenfocada: todavía hay mucho que hacer en un plano inferior. Voy a recurrir a la evidencia anecdótica: conozco dos homosexuales que han crecido en pueblos y que todavía no pueden expresarse con libertad en su entorno, y sus familias no aceptan su identidad del todo. Un orgullo viral, mercantilizado, usado por las empresas, publicitado hasta la saciedad, es la mejor manera de normalizar la homosexualidad. ¿Que una empresa se ha “apropiado” de un movimiento de liberación sexual? ¡Fantástico! ¿O es que preferimos el romanticismo de la disidencia y la persecución? Eso solo puede pensarlo quien no la ha sufrido. Hay neonazis que dan palizas a homosexuales, y ser transexual es todavía dificilísimo. Las iniciativas como el orgullo crítico solo buscan la sofisticación y el narcisismo ideológico más que la efectividad. La libertad es mucho más importante, y quizá es más gris de lo que nos pensamos.