Nuevas palabras para frenar el cambio climático
La idea subyacente es que si dejamos de decir “cambio climático” el cambio climático deja de existir, de la misma manera que si no mencionas la “extinción”, los animales siguen triscando alegremente por selvas y sabanas.
Tal vez Noam Chomsky tenga razón cuando advierte al partido Demócrata de que está perdiendo el tiempo en una batalla que no conduce a nada al focalizar su crítica de la administración Trump en las relaciones de su equipo con diplomáticos y negociantes rusos durante la campaña electoral; Chomsky señala que al margen de que Moscú interviniese en la campaña electoral norteamericana, cosa que por otra parte también hace Washington en las elecciones de muchos países, dialogar con Rusia no es algo perverso sino correcto y oportuno, y lo que debe hacer cualquier presidente americano o aspirante a serlo. Y advierte que con este asunto y con las rasgaduras de camisas por las cotidianas vulgaridades y tonterías que pronuncia y tuitea el presidente se corre una cortina de humo sobre lo peor de su política, que es la del “laissez faire” a ultranza y concretamente el abandono de los acuerdos de París para evitar que la temperatura del Planeta siga subiendo, el empeño –tardío—mundial para evitar un acontecimiento catastrófico sin parangón en la historia.
Ayer the Guardian publicó (Climate change scepticism US federal department is censoring use of term ‘climate change’, emails reveal) una serie de interesantísimos tuits entre varias agencias y organismos de la Administración Trump con el objetivo de cambiar la terminología en toda conversación relativa al cambio climático. Empezando por este mismo término, que debe ser evitado y en su lugar usar “temperaturas extremas”. En vez de la ya terrorífica expresión “adaptación al cambio climático” lo que hay que decir es “resistencia a las temperaturas extremas”, etcétera. Toda una batería de palabras para extraer de la conciencia de la ciudadanía la peligrosidad del mantenimiento de un crecimiento tóxico en las emisiones de CO2. La idea subyacente es que si dejamos de decir “cambio climático” el cambio climático deja de existir, de la misma manera que si no mencionas la “extinción”, los animales siguen triscando alegremente por selvas y sabanas.