Just a little Killer
“Jacques Delors me explicó que el Presidente Mitterrand le dijo un día: “Écoutez, Delors; Jacques, écoutez. Usted no será nunca Presidente de Francia”. Yo creo que lo hubiera podido ser perfectamente, lo que pasa es que Delors tiene algún otro defecto, que no es este que voy a explicar ahora; de hecho, lo admiro mucho y le tengo afecto, entre otras cosas, por lo que les voy a explicar ahora. “Monsieur le Président, ¿por qué no puedo ser Presidente de Francia?”, le preguntó Delors. “Porque usted es cristiano”, le respondió el Presidente. Por supuesto, su respuesta no hay que tomarla al pie de la letra, pues lo que le venía a decir era: “Usted no es un killer, y como usted no es un killer, usted no puede ser Presidente de Francia”. Evidentemente, Mitterrand era un killer político. Por supuesto, no ha asesinado a nadie, al menos que sepamos, pero era un killer en el sentido político de la palabra. La política no será eficaz si no conserva un elevado grado de nobleza, que probablemente no será del cien por cien, porque todos, en algún momento de nuestra vida política, hemos sido un poco killers…”
“Jacques Delors me explicó que el Presidente Mitterrand le dijo un día: “Écoutez, Delors; Jacques, écoutez. Usted no será nunca Presidente de Francia”. Yo creo que lo hubiera podido ser perfectamente, lo que pasa es que Delors tiene algún otro defecto, que no es este que voy a explicar ahora; de hecho, lo admiro mucho y le tengo afecto, entre otras cosas, por lo que les voy a explicar ahora. “Monsieur le Président, ¿por qué no puedo ser Presidente de Francia?”, le preguntó Delors. “Porque usted es cristiano”, le respondió el Presidente. Por supuesto, su respuesta no hay que tomarla al pie de la letra, pues lo que le venía a decir era: “Usted no es un killer, y como usted no es un killer, usted no puede ser Presidente de Francia”. Evidentemente, Mitterrand era un killer político. Por supuesto, no ha asesinado a nadie, al menos que sepamos, pero era un killer en el sentido político de la palabra. La política no será eficaz si no conserva un elevado grado de nobleza, que probablemente no será del cien por cien, porque todos, en algún momento de nuestra vida política, hemos sido un poco killers…”
Jordi Pujol pronunció estas palabras en noviembre de 2007 en el Monasterio de Sant Benet de Bages, en el transcurso de unas jornadas de reflexión convocadas por la “Cátedra de Liderazgo y Gobernanza Democrática” de ESADE, de la que entonces era digno titular. Aquel año Josu Jon Imaz fue el invitado a dar la conferencia inaugural. Repasando mis notas, compruebo que habló de la importancia de tener un círculo de amigos que vaya más allá de la gente del partido; de que el político responsable sabe que hay que tomar decisiones siendo consciente de que a corto plazo va a ser penalizado por ello; de que frecuentemente el líder no sobrevive al liderazgo; de que los afiliados a los partidos políticos son, en general, más radicales que el espacio social de esos partidos; de que el líder debe ofrecer soluciones, pero la sociedad prefiere muchas veces el conflicto; de que el problema político de hoy no es la distancia entre los representantes y los representados, sino su excesiva cercanía, que con frecuencia impide que el político se enfrente al pueblo.
Fue en la clausura de las jornadas cuando tomó la palabra Jordi Pujol. La política -dijo- se mueve hoy básicamente por dos cosas: la extensión del bienestar y el fomento del hedonismo, y ninguna de estas cosas crea épica. Y sin épica hay pocas posibilidades de que se desarrolle la vocación política.
Como en estos días todo se transforma inmediatamente en metáfora, dejo el texto ahí, y que vuele a su aire tu imaginación, lector amigo.