Cataluña: lo que queda por delante
Aplicación implacable del 155 y primer aniversario de Rajoy como presidente de gobierno en su segunda legislatura. La puesta en marcha del 155 ha sido un rotundo golpe de fuerza de un hombre, Rajoy, que se había labrado fama de político débil, pusilánime, indeciso y que se aferraba al transcurrir del tiempo para ver si se pudrían los problemas por si solos. Es evidente que a Rajoy le conocían pocos, aunque esos pocos se han hartado de decir que su imagen no se correspondía con la realidad.
Aplicación implacable del 155 y primer aniversario de Rajoy como presidente de gobierno en su segunda legislatura. La puesta en marcha del 155 ha sido un rotundo golpe de fuerza de un hombre, Rajoy, que se había labrado fama de político débil, pusilánime, indeciso y que se aferraba al transcurrir del tiempo para ver si se pudrían los problemas por si solos. Es evidente que a Rajoy le conocían pocos, aunque esos pocos se han hartado de decir que su imagen no se correspondía con la realidad.
El puñetazo que ha pegado sobre la mesa ha fortalecido a Rajoy, pero también a quien ha sido su compañero de viaje en esta aventura complicada de bloquear el proceso independentista, Pedro Sánchez. Quién iba a decir a Rajoy y a Sánchez, hace solo un año, cuando Rajoy juraba su cargo, que iban a unir sus afanes para detener a los independentistas y que, los dos, los dos, iban a salir fortalecidos de la embestida a los que pretendían romper España de forma ilegal y con una batería de falsedades con las que intentaban atraer a un público que ni era tan adicto como pensaban … ni tan ignorante.
Queda sin embargo trabajo por delante para uno y otro, como también para su compañero Albert Rivera en otro nivel, pero al que se nota el nerviosismo ante la posibilidad de que Arrimadas se convierta en próxima presidenta de la Generalitat con el apoyo de los partidos constitucionales y si salen las cuentas. Pero, lo dicho, queda trabajo por delante.
Sánchez tiene que mantener su excelente posición actual de hombre de Estado, pero despegándose de Rajoy, al que no puede ayudar más que cuando una situación de gravedad extrema así lo exija. Y Rajoy tiene que ver cómo llegar al final de la legislatura con los deberes hechos, presupuestos incluidos, y con el problema catalán resuelto. Que no es fácil. Es necesario abordar reformas institucionales y constitucionales, diseñar un nuevo modelo territorial que cercene afanas secesionistas pero también elimine agravios comparativos, y es necesario sobre todo que reconsidere su relación con la sociedad y los políticos catalanes, porque ha faltado cercanía, ha faltado afecto, han faltado gestos.
Si el cariño es siempre un buen camino para suavizar tiranteces, con la aplicación del 155 es más necesario que nunca. Solo así se neutralizará a los independentistas que esperan agazapados para volver a enarbolar las esteladas.