Criminales
A lo largo del día de ayer supiste que un enfermero alemán llamado Niels Högels ha asesinado a más de cien pacientes en el hospital en el que trabajaba hasta ser descubierto. Su modo operativo era el siguiente: inyectaba un cóctel tóxico en el cuerpo del paciente para provocarle un paro cardíaco y luego, cuando estaba al borde de la muerte, se esforzaba ostentosamente en reanimarle, para así demostrar ante sus colegas su excelencia profesional. A la segunda o tercera exposición al procedimiento, el enfermo, ya muy débil, solía fallecer. Niels hacía ese teatro en parte para ganarse una buena reputación como enfermero pero sobre todo para distraerse, porque se aburría mucho.
A lo largo del día de ayer supiste que un enfermero alemán llamado Niels Högels ha asesinado a más de cien pacientes en el hospital en el que trabajaba hasta ser descubierto. Su modo operativo era el siguiente: inyectaba un cóctel tóxico en el cuerpo del paciente para provocarle un paro cardíaco y luego, cuando estaba al borde de la muerte, se esforzaba ostentosamente en reanimarle, para así demostrar ante sus colegas su excelencia profesional. A la segunda o tercera exposición al procedimiento, el enfermo, ya muy débil, solía fallecer. Niels hacía ese teatro en parte para ganarse una buena reputación como enfermero pero sobre todo para distraerse, porque se aburría mucho.
En el mismo día te enteraste de que el excéntrico y popular inventor danés Peter Madsen, que invitó a la periodista Kim Wall a que le entrevistase largamente, para conocer su pensamiento profundo mientras daban una vuelta por el mar Báltico en el submarino de bolsillo que él mismo había construido, compró, en días previos al periplo, sierras, cuchillos, destornilladores y bridas de plástico, herramientas con las que luego en la intimidad sellada del submarino sumergido torturó a la pobre muchacha, la violó, la mató, la descuartizó y tiró los pedazos al mar.
También ayer supiste que el sábado pasado, en una calle de Valencia, dos chicos de entre 17 y 20 años asestaron una violentísima paliza a Enrique Marín, que padece parálisis cerebral de nacimiento y va en silla de ruedas. Como Marín no conocía de nada a los dos chicos y no le robaron el móvil ni la cartera, se sospecha que la arbitraria agresión era un ritual de iniciación de alguna “banda latina” de las que proliferan por la región.
Leíste también sobre atrocidades de los narcos, y sobre los chicos que asesinan ancianos en Bilbao, como surgidos de la novela “Diario de la guerra del cerdo” de Bioy Casares.
“Es un mundo extraño”, decía el joven Jeffrey Beaumont (Kyle MacLachlan) en “Terciopelo azul”, después de encontrar entre los hierbajos de un muladar una oreja humana llena de hormigas.
Ahora aquí tendría que venir la conclusión o moraleja, pero creo que, como decía Cruyff, “No hase falta desir más”.