El gobierno y la ciencia
Pedro Duque es la estrella del equipo ministerial del presidente Sánchez. Ha aterrizado sobre la ciénaga política límpido del juego de odios en que se ha convertido la gestión de lo público, y tiene un perfil entre científico y aventurero que causa admiración. Llega con una estela en twitter que no provoca vergüenza, sino admiración, por sus críticas a las terapias basadas en pseudociencia, como la homeopatía o el reiki, así como al movimiento que rechaza el uso de vacunas para prevenir enfermedades infecciosas.
Pedro Duque es la estrella del equipo ministerial del presidente Sánchez. Ha aterrizado sobre la ciénaga política límpido del juego de odios en que se ha convertido la gestión de lo público, y tiene un perfil entre científico y aventurero que causa admiración. Llega con una estela en twitter que no provoca vergüenza, sino admiración, por sus críticas a las terapias basadas en pseudociencia, como la homeopatía o el reiki, así como al movimiento que rechaza el uso de vacunas para prevenir enfermedades infecciosas.
Bien está. La ciencia tiene el objetivo de avanzar el conocimiento, sobre la base de la realidad y de la razón. La capacidad de la ciencia de descubrir la verdad de lo que hay, desbrozarla, y elevarla a la vista de todos, le ha otorgado un prestigio merecido. Y en este momento en el que señalar la realidad es una actitud sospechosa, reconocer el papel de la ciencia en una sociedad es crucial.
Por desgracia, los compañeros de Pedro Duque en el Consejo de Ministros no tienen el mismo aprecio o respeto por la ciencia. José Guirao aborda la cultura sin hacer una distinción entre un humano y un animal. Es una equiparación moral, sí, pero los juicios morales se basan en supuestos de hecho, y el animalismo, ¡tan humano!, sólo se puede sostener rechazando la ciencia con la terquedad de un mulo.
Peor es la posición de Magdalena Valerio, ministra socialista de Trabajo, perdonen la contradicción. Ha prometido que, si el Gobierno aguanta hasta entonces, elevará el salario mínimo hasta los 14.000 euros anuales. Y promete, a su vez, la creación de empleo de calidad. Que es como soltar un ejemplar del BOE de un tercer piso y esperar que vuele. No tendría en cuenta la ley de la gravedad, como Valerio no tiene en cuenta lo poco que sabemos gracias a la ciencia económica, y que incluye que los salarios mínimos crean desempleo. Por otro lado, si se prohíbe trabajar a quien no genere un valor por encima de 14.000 euros, ¿qué otro resultado cabe esperar?
Para tener un gobierno que respete la ciencia, tendremos que esperar a que Pedro Sánchez realice su sueño de ser expresidente del gobierno.