Casado no interesa a Ciudadanos
Más allá de la sombra del Máster amañado, Pablo Casado representa la voluntad de cierta higienización de la derecha española. En tiempos de macronismo y ‘juventud, divino tesoro’, el treintañero vicesecretario de Comunicación, aun perdiendo por exiguo margen la votación de la militancia frente a Sáenz de Santamaría, parece tener más posibilidades de presidir el Partido Popular que su principal rival político. En la votación de los compromisarios del partido en el congreso del 20 y el 21 de julio deberá buscar el apoyo de los delegados de Cospedal, Margallo y García Hernández. No hace falta ahondar en las explicaciones de por qué con Cospedal lo tendrá fácil.
Más allá de la sombra del Máster amañado, Pablo Casado representa la voluntad de cierta higienización de la derecha española. En tiempos de macronismo y ‘juventud, divino tesoro’, el treintañero vicesecretario de Comunicación, aun perdiendo por exiguo margen la votación de la militancia frente a Sáenz de Santamaría, parece tener más posibilidades de presidir el Partido Popular que su principal rival político. En la votación de los compromisarios del partido en el congreso del 20 y el 21 de julio deberá buscar el apoyo de los delegados de Cospedal, Margallo y García Hernández. No hace falta ahondar en las explicaciones de por qué con Cospedal lo tendrá fácil.
A Sáenz de Santamaría no le ayuda en nada la identificación con el ejecutivo de Mariano Rajoy, así como le perjudica su timorata, torpe y adiposa ‘Operación Cataluña’, que quedó en un despacho con telarañas en Barcelona y en la sonrisa petrificada del delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo, que asumió complaciente su papel de punching ball de los medios de propaganda públicos y subvencionados catalanes.
Pero a quien menos le interesa una victoria de Casado es a Ciudadanos. Desde que borró de sus estatutos el estigma ‘socialdemócrata’, el partido de Rivera ha dado unos cuantos tumbos hasta situarse en un centroderecha de corte más liberal que conservador. Un espacio que el Partido Popular podría recuperar si finalmente opta por ese liberalismo regenerador que propugna Casado.
A ello ayudaría la tradicional fidelidad del votante diestro, poco dado a los sobresaltos y con tendencia al perdón cristiano frente a los desmanes, corruptelas y abusos políticos que haya podido cometer su partido, siempre y cuando le garanticen orden y unidad.
Ciertamente, en el caso de que Casado consiga la presidencia del Partido Popular, será interesante observar la pugna entre los partidos azul y naranja por el dominio del espacio electoral del centroderecha. Esperamos verlo en Televisión Española. Entre retransmisiones de desfiles norcoreanos.