Enésima infamia indepe
Quim Torra. Ese señor radical, con aires de seminarista torpe. Supremacista que escribe torcido con los renglones dictados. Ahora sabe que el mundo le mira en la conmemoración de la matanza yihadista, pero Torra sabe que su ADN le manda un pitido al Rey.
Quim Torra. Ese señor radical, con aires de seminarista torpe. Supremacista que escribe torcido con los renglones dictados. Ahora sabe que el mundo le mira en la conmemoración de la matanza yihadista, pero Torra sabe que su ADN le manda un pitido al Rey. Va a aprovechar que andará la BBC por Barcelona para portar un lazo -visible o no- desde las gafas a la entrepierna. Y hará bien Felipe VI en acudir a Barcelona, a pesar de los piteríos. Será otro símbolo -cara al público- de la bajeza moral de los indepes. Lo veremos mañana, quizá un violín por Pau Casals; rostros compungidos. Y detrás la larga marcha de las esteladas como en un fotograma de Riefenstahl.
Los gestos de Sánchez han embravecido a Torra, que estira el Gobierno cojitranco hasta donde quiere. Y sabe que Cataluña ahora está en un foco trágico; que para la fiesta provinciana del 11-S hay que agitar la propaganda un día en que Barcelona es protagonista de los telediarios de medio mundo.
A la Crida bien le valen una conmemoración luctuosa, un amistoso de Cataluña en el Campo Nou o las flores en la estatua de Casanova. El fin justifica los medios y un lazo amarillo en la memoria de tantos muertos, de tantos inocentes.
Adelanto estas previsiones un solo día, ahora que la ANC ha boicoteado el homenaje a las víctimas.