Lazos y dictadores
Como escribe mi tronco Javier Menéndez Flores, agosto se desangra sin remedio tras un sueño breve y azul, pero aún en su ocaso nos ofrece algunas experiencias placenteras, como la música, siempre la música, y si es en directo mejor.
Como escribe mi tronco Javier Menéndez Flores, agosto se desangra sin remedio tras un sueño breve y azul, pero aún en su ocaso nos ofrece algunas experiencias placenteras, como la música, siempre la música, y si es en directo mejor. Pero los antifranquistas con Franco muerto que no estaban mientras vivió o no se les veía, y los indepes catalanes con sus lazos amarillos se han empeñado en estropearnos el final del mes de asueto y el arranque de la temporada, nos han agriado la rentrée con sus batallitas particulares que impregnan la política patria, tan huérfana de nivel e interés y de políticos de fuste capaces de ofrecer alguna idea que no sea un chascarrillo útil para algún titular apresurado o un tuit de urgencia.
Unos y otros están unidos por un afán de ocupar el espacio público y mediático con sus ocurrencias, su sectarismo, su alergia a la convivencia pacífica y su intransigencia. Y también, claro, por un presidente del Gobierno de España que da tumbos tratando de alargar su estancia en La Moncloa y sus vuelos en aviones o helicópteros que sufragamos todos, con ideas que van y vienen, que se rectifican cada poco, y su complacencia con quienes le han vuelto a echar un órdago a la grande al país que preside sin que él considere que la gravedad del asunto requiere una respuesta proporcionada ala gravedad del asunto.
Y cada día retumban los ecos de quienes no tienen otra cosa q ue echarse al argumentario oficial y quienes no consideran ciudadanos de primera en Cataluña a quienes discrepan de ellos y se sienten españoles, además de catalanes. Y crece, entre tanto, el silencio cómplice que afecta a la convivencia entre todos, que abre trincheras que creíamos ya inexistentes y que divide al personal hasta acercarlo al enfrentamiento.
Lo de la polémica sobre el enterramiento de Franco en el Valle de los Caídos (por cierto, ¿por que nadie habla también de José Antonio, que tenía lo suyo, creo yo?) y lo de los lazos amarillos y la violencia contra quienes los quitan o tratan de quitarlos tiene mucho que ver. Unos tienen mucha memoria histórica y selectiva, y otros tienen muy poca, y parece que no quieren recordar a donde conducen comportamientos como los de quienes manejan la Generalitat y la cosa pública a su antojo en Cataluña. Y unos y otros tienen mucho de dictadores o aspirantes a dictadorzuelos, y poco de demócratas respetuosos con quienes no piensan como ellos.
Creo que somos muchos quienes estamos de esas polémicas hasta los mismísimos, y aspiramos a que en nuestro país los políticos dediquen su tiempo a ofrecer ideas y soluciones a los problemas, no a crearnos cada día un problema nuevo para el que previamente han preparado varias soluciones, ninguna de ellas atinada.