Idealismo andaluz
No estoy seguro de que sea justo en general con el liberalismo en general, pero qué duda cabe que lo es con nuestros liberales, tan particulares. A C’s se le rompen las ideas por la mitad o por cuartos según el día y lo que antes les parecía centrado y razonable les suena ahora a locura extremista.
Tuiteaba el otro día Carl Schmitt que «liberalismo significa mantenerse quieto en el punto cero de un concepto mientras el concepto se parte inmediatamente por la izquierda, la derecha, por arriba y por abajo. Es idealismo alemán: de la razón pura a la pura locura». No estoy seguro de que sea justo en general con el liberalismo en general, pero qué duda cabe que lo es con nuestros liberales, tan particulares. A C’s se le rompen las ideas por la mitad o por cuartos según el día y lo que antes les parecía centrado y razonable les suena ahora a locura extremista.
Les pasa de forma evidente con la «Ley Orgánica sobre Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género», que ha tenido y sigue teniendo a estas horas un protagonismo nada casual en las negociaciones andaluzas. Por cálculo electoralista, claro. Porque a Vox le conviene alejar a C’s y a C’s alejarse de Vox, especialmente en lo que más se le parece. De ahí el empecinamiento de C’s en defender hasta la última coma una ley de la que antes renegaba, que no es sólo para dejar claro que no van a ceder ante lo razonable para no blanquear lo inexcusable. Es, también y sobre todo, para evitar a toda costa que Vox gane donde ellos perdieron; donde se rindieron; donde se creyeron condenados al fracaso. Allí se juega C’s buena parte de su razón de ser como el partido de la razón, el progreso y el optimismo que presumen ser.
De ahí que deban evitar que Vox gane en la batalla cultural, que Vox parezca el futuro de la derecha o la derecha del futuro, que Vox y sus voxeros empiecen a amenazar con el sorpasso que ellos no han logrado y que el cambio en Andalucía venga de la mano de Vox y a la primera cuando ellos hace cuatro días que se vieron obligados a investir a Susana Díaz. De ahí que donde más necesiten diferenciarse es donde mas se parecen y de ahí el susto de ver hasta qué punto es larga la lista de coincidencias. No por lo que les asusten algunas de ellas, claro, sino porque son un recordatorio de todas y casa una de sus renuncias. De todas y cada una de las incoherencias, frivolidades y pequeñas e interesadas demagogias. De que lo que se les aparece como pura locura es sólo y es siempre lo que no han podido, no han querido o no han sabido defender como pura razón.