Resistencia de manual
Hace solo seis días el Presidente del Gobierno entraba con Pepu Hernández en un modesto teatro madrileño para presentar a su candidato a la alcaldía.
Todo fluye, todo cambia, nada permanece… Hace solo seis días el Presidente del Gobierno entraba con Pepu Hernández en un modesto teatro madrileño para presentar a su candidato a la alcaldía. Un gesto, para muchos, “feo, fuerte y formal”. La selección del seleccionador produjo cierto revuelo, pero ¿alguien se acuerda? ¡Qué va!
Y es que la política española ha vuelto a convulsionar. Ahora con la vicepresidenta del Gobierno en el vórtice de una polémica polisémica: el relator, que lo relatare, buen relator será.
Mañana la Plaza de Colón en la capital medirá de forma visual el pulso de la calle y podremos comprobar la fuerza sonora del clamor por una convocatoria de elecciones. Las encuestas nos anticipan que es un clamor mayoritario. Será el prólogo de una semana importante.
El martes 12 está señalado en el calendario. Además de comenzar el juicio del procés comienza el debate de Presupuestos. Habrá que esperar hasta el último minuto del día siguiente para ver si los partidos separatistas retiran su enmienda a la totalidad y permiten ganar algo más de tiempo.
El presidente Sánchez, sin moción de censura registrada, aún conserva el privilegio de elegir la fecha para convocar las elecciones.
“¿Cuándo debo convocar?” Ronda en su cabeza estas semanas. “A ver, Pedro, céntrate. Existen 2 escenarios electorales: convocar las elecciones el 26 de mayo, el mismo día que las municipales, autonómicas y europeas; o esperar acontecimientos y convocarlas después”.
Al final, la respuesta es sencilla –le dirán sus asesores–. Para convocar elecciones, hay que saber dos cosas: contar días y buscar domingos. Cada año tiene 52 domingos, pero no todos los domingos son hábiles electoralmente. Y para que se celebren en domingo, tienen que convocarse un martes, porque la Ley habla de 54 días.
Lo que pasa es que, si además de convocar, Sánchez quiere sacar provecho, tiene que elegir el día propicio. Por eso, no está pensando solo en el día de la votación, sino en los 15 días anteriores, que serán los días de campaña, y en el contexto político, social y económico que rodeará a la propia elección. ¡Ah! y el calendario judicial, que no es tema menor.
Existe un escenario muy improbable pero no descartable, que nos sitúa ante la urna antes de mayo. Pero convocar tras la polvareda levantada estos días, sería la claudicación ante la demanda de la oposición. Además, iría frontalmente en contra de la apología a la resistencia que el Presidente ha hecho esta semana anunciando la publicación de su manual de aguante.
Y tampoco quedan tantos domingos. Si el rechazo a los presupuestos cristalizase el primer martes para convocar elecciones será el 19 de febrero y las elecciones, 54 días después, caerían en un simbólico 14 de abril. Pero –¡cielo santo!– es Domingo de Ramos, empieza la Semana Santa, y la izquierda correría demasiados riesgos en un contexto de escasa participación.
Por tanto, la puerta que da acceso al escenario de unas elecciones antes de mayo se estaría cerrando, al tiempo que un ignífugo Sánchez trata de sacar, a toda costa, sus presupuestos adelante para evitar el adelanto electoral.
Y en la duda anida el pánico socialista. Una convocatoria electoral conjunta podría ser letal para el PSOE. El ciprés andaluz proyecta una sombra muy alargada y los barones no están contentos al ver cómo la política nacional lo está inundando todo. El tiempo corre en su contra y su margen de maniobra se estrecha. Apenas gozarían de autonomía y se verían resignados a hacer suyo ese omnes feriunt, ultima necat –todas duelen, la última mata–, que solía ilustrar el paso de las horas en los relojes pretéritos.
Prorrogar las cuentas del anterior gobierno; resistir la creciente oposición –interna y externa–, hasta los resultados de mayo; esperar a ver la nueva configuración de poder territorial; recibir la sentencia del juicio al procés; y, a partir de ahí, ir viendo, quizá sea la opción más probable, pero puede ser un auténtico calvario.
Mientras tanto, VOX supera ya el 10% del voto en el conjunto de España en unas eventuales elecciones generales. Además, en algunas zonas, estaría por delante de Unidos Podemos, si es que así se llama este artefacto político cuando concurran a las elecciones.
A día de hoy, la fecha es incierta. Incluso para los que cuentan domingos en Moncloa. Entretanto, como Don Quijote, Sánchez dejará “al tiempo que haga de las suyas, que es el mejor médico de estas y de otras mayores dificultades”. Vamos, un básico de la política patria: resistencia de manual.