Abril… o no
Ni siquiera ocurrió a una hora cinematográfica, de ésas que permiten pergeñar un relato épico. No. Fue entre las 12.40 y las 12.45; en una hora anónima. Presentes: 348. Sí: 191. No: 156. Abstención: 1. “Por tanto, quedan aprobadas las enmiendas de devolución, y rechazado el proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado para 2019”. Y eso, ¿qué significa? Podría no significar nada en un mundo de significantes vacíos, pero éste de los presupuestos se ha llenado de un significado tan potente como innecesario para la lógica del sanchismo.
Ni siquiera ocurrió a una hora cinematográfica, de ésas que permiten pergeñar un relato épico. No. Fue entre las 12.40 y las 12.45; en una hora anónima. Presentes: 348. Sí: 191. No: 156. Abstención: 1. “Por tanto, quedan aprobadas las enmiendas de devolución, y rechazado el proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado para 2019”. Y eso, ¿qué significa? Podría no significar nada en un mundo de significantes vacíos, pero éste de los presupuestos se ha llenado de un significado tan potente como innecesario para la lógica del sanchismo.
Con la avalancha de significantes vacíos del mandato de Pedro Sánchez, se podría haber estirado la legislatura de la moción de censura sin aprobar presupuesto alguno. Habría bastado con la prórroga automática, ya vigente, de los que aprobó Mariano Rajoy horas antes de la moción de censura, para luego añadir todas las rectificaciones y enmiendas –en forma de decreto-ley- que el PSOE y sus socios hubieran decidido publicitar.
Ésa parecía la vía elegida hasta final de 2018, pero hubo un cambio de criterio. Decidieron aprobar unas cuentas públicas que han censurado todos los organismos autónomos con algo de prestigio en la materia, y han criticado los responsables económicos de la Unión Europea. ¿Por qué? Quizá, para tomar la temperatura a la coalición de censura que llevó a Pedro Sánchez al Gobierno y desarrollar una agenda propia al margen de cualquier herencia.
Pero, por azar o por necesidad, el día de la toma de temperatura resultó ser el siguiente al inicio del juicio el procés. ¡Pues ya es mala suerte, con la de días que tiene el año! Para animar un poco más el cotarro, la semana anterior a la votación de las enmiendas de totalidad a los presupuestos se conoció el contenido del documento secreto que Quim Torra había entregado a Pedro Sánchez en diciembre en Pedralbes. Y, para que no falte detalle, uno de los 21 puntos del documento secreto consistía en aceptar un mediador (relator, facilitador…) en las negociaciones entre Sánchez y los separatistas, que la vicepresidenta del Gobierno acababa de anunciar como perfectamente asumible.
Lo que vino después es bien conocido: indignación interna, externa y colateral, al punto de obligar al Gobierno de Sánchez a desdecirse y negar sus propios compromisos con los separatistas; amplia manifestación de rechazo en la Plaza de Colón de Madrid; y, desde el punto de vista presupuestario, anuncio por parte de los separatistas de que mantendrían sus enmiendas de totalidad.
El resultado fue reforzar la apuesta en forma de órdago: ‘o me aprobáis los Presupuestos o vamos a elecciones’. Y los órdagos, como los duelos, tienen el riesgo de que el otro los acepte. Como en la célebre cantinela de Pedro Navaja, el “tumbaó que tién los guapos al caminar” no evita que, al concluir el duelo, los contendientes –exánimes- solo alcancen a musitar: “tú estás peor, tú estás en ná”.
Quedar en ná es el principal objetivo a evitar, y es el principal temor de buena parte de los socios de censura de Sánchez. Por eso, le imploraron desde la tribuna a buscar una salida que evite las elecciones. El que mejor lo explicó fue Aitor Esteban, del PNV. Pero no fue el único.
Qué hacer para no someterse al riesgo de quedar en ná será el motor de las negociaciones de los socios del PSOE en los próximos días. Y, quizá por eso, Sánchez ha pospuesto hasta el viernes su respuesta a su crisis por el rechazo a sus presupuestos. Aunque célebres “fuentes de Moncloa” lanzan desde el lunes la amenaza de elecciones inminentes en fechas diversas -el 14 de abril, mejor el 28, quizá un improbable súper-domingo…- y la convocatoria parece la hipótesis más probable, no es la única salida a esta inesperada crisis.
Quizá, solo quizá, los socios de censura de Pedro Sánchez logren convencerle de la conveniencia de que siga siendo presidente del Gobierno. Quizá le prometan su respaldo, sin presupuestos, hasta el final de la legislatura. Y quizá consigan persuadirle de que todo será mejor para todos ellos con el único requisito de someterse a una cuestión de confianza que votarán con entusiasmo… Al fin y al cabo, la moción de censura no estuvo acompañada de ningún programa de gobierno pues se planteó con la engañifa de inminentes elecciones. Quizá sea ahora el momento de plantear ese programa ignoto… Y ya habrá tiempo, más adelante, para quedar en ná.