Nueva derecha, nuevo centro
La prematura autopsia del PP tiene todavía otro pero, porque supone que sus votantes se han ido a C’s por liberales y a Vox por conservadores.
Es un diagnóstico más o menos generalizado. Más que un diagnóstico, es una necrológica, y pocos lo han expresado con la rotundidad de Vidal Quadras:
«Al vaciar ideológicamente al PP, Rajoy y SSS lo dejaron sin espacio ni utilidad. Los nacionalistas españoles de moral tradicional tienen a Vox y los liberales cosmopolitas de étca laica tienen a C’s. El PP sobra y le será muy difícil sobrevivir».
Es un diagnóstico que viene a entender el centroderecha como un equilibrio provisional que tiene por lógica que ser sustituido por un centro y una derecha. Sería un diagnóstico inapelable si tanto los electores como los partidos fuesen impecablemente coherentes en sus ideologías y si votasen única y exclusivamente en función de ellas. Pero ni esto es cierto ni las dos coherencias ideológicas a las que se refiere Vidal Quadras son las únicas posibles en el centro y la derecha españoles.
En gran parte porque la nueva derecha define una nueva centralidad. Si la centralidad (como la que supuestamente encarna C’s) podía definirse o entenderse como la conjunción de la economía de la derecha con la moral de la izquierda – la confluencia liberal –; la nueva derecha no es en realidad mucho más que otra centralidad posible, alternativa, que aúna la moral de derechas con la economía de izquierdas. Esta coherencia no es, claro está, ni la de Vox, ni la de C’s, ni, de momento, la del PP. Pero puede serla. Es una coherencia posible y será, aquí como en todos lados, más o menos creíble según lo sean sus líderes.
La prematura autopsia del PP tiene todavía otro pero, porque supone que sus votantes se han ido a C’s por liberales y a Vox por conservadores. Tiene que ser verdad, pero no es toda la verdad. Se han ido por liberales y por conservadores y se han ido también y sobre todo por España. La cuestión nacional es mucho más importante para entender el nacimiento de C’s y de Vox que la ideológica, y cabe suponer que lo será también para entender sus peripecias vitales. Esta cuestión, además, permite e incluso obliga a nuevas coherencias ideológicas en el centro-derecha, que, por decirlo a lo bruto, no está condenado a seguir resbalando por la pendiente del jacobinismo.
Quién sabe quién se moverá hacia dónde, pero lo único seguro en política es que todo se mueve, incluso los muertos.