Somos los libros que hemos leído
«Amazon, contraviniendo cualquier tipo de convención del sector, ha propuesto hacer rebajas del 25% de sus libros durante el Black Friday»
Hay dos noticias recientes que suponen una auténtica sacudida para todos aquellos que amamos los libros: Amazon, contraviniendo cualquier tipo de convención del sector, ha propuesto hacer rebajas del 25% de sus libros durante el Black Friday. Paralelamente, y casi se adivina como una consecuencia inmediata, hemos conocido que cada 43 horas se cierra una librería en nuestro país.
La lectura reciente del libro Contra Amazon de Jorge Carrión supone una herramienta fundamental para conocer lo que está sucediendo. Sus siete razón para el manifiesto son imbatibles: 1) porque no quiero ser cómplice de una expropiación simbólica; 2) porque todos somos cíborgs, pero no robots; 3) porque rechazo la hipocresía; 4) porque no quiero ser cómplice del neoimperio; 5) porque no quiero que me espíen mientras leo; 6) porque defiendo la lentitud acelerada, la relativa proximidad; 7) porque no soy ingenuo.
Entre todas ellas, tal vez, la que más comparta -con uñas, ojos y dientes- sea la sexta: ¿a qué vienen estas prisas por consumirlo todo tan rápido? ¿dónde ha quedado eso tan antiguo llamado ‘encargo’? ¿de verdad nos permitimos perder lo que sucede en ese tiempo misterioso y anhelante de cuando el libro que deseas llega a tu librería cercana?
Recuerdo los momentos exactos en los que compré mis libros favoritos: el paseo que realicé, de quien iba acompañada, hacia dónde me dirigía. Comprar un libro es mucho más que recibirlo. Es hojearlo, tocarlo, mirarlo, dudar, cambiar de pasillo, volver a mirarlo -ahora de reojo-, abrir una página, olerlo, cerrarlo, salir a la calle, llegar a la esquina, mirar la luz de la farola, pararse, volver, abrir decidida la puerta, cogerlo y pagarlo.
¿Notan la diferencia?