THE OBJECTIVE
Paco Reyero

El parto de la XIV Legislatura 

«El PP intentó mediar entre Vox y Ciudadanos y resultó imposible: de nueve miembros, Vox tiene un miembro y los populares, dos»

Opinión
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El parto de la XIV Legislatura 

El parto de la XIV legislatura de la democracia ha tenido un aire de casino, de casino de pueblo, con un señor, el presidente (de edad) del Congreso —no se puede llevar la vejez sin un poco de gloria—, entre tronante y paternal, encaramado a la fama de su día señalado. Y sus señorías, los mayoritarios, los minoritarios, los regionalistas, los independendistas, los antisistema y el señor de Teruel También Existe saludando a los ujieres y menudeando por la alfombra, como cientos de trozos de un país que se rompe al caer al suelo. 

Se imagina uno a Zamarrón, el presidente de edad, en las vísperas de esta extravagante (hay que habituarse) sesión matiné parlamentaria paseando a solas por los callejones fríos y dándole voces a diputados imaginarios, mirando en su libreta palabras como demediado, mancar y perdón. El diputado socialista pidió disculpas por la Cámara recién disuelta —la de la XIII legislatura—, ciclo parlamentario non nato que casi podría haber sido el Paraíso si lo comparamos con las hechuras que trae la recién estrenada.  

La presidencia de Zamarrón, unas horas en la Cámara baja pensando que era su momento de hacer Historia, se escribió entre el sainete y la decadencia: le faltó sacar el Rosario para pedir una oración por todos nosotros, cuando en realidad, él pertenece al mismo partido que el presidente del Gobierno: el inventor del bloqueo parlamentario.    

El Congreso de los Diputados, que todavía mantiene en su hemiciclo el cuadro de Casado de Alisal sobre el solemne juramento de sus señorías en las Cortes de Cádiz, vivió un karaoke de promesas, juramentos y postizos, a cual más particular de cada uno de los integrantes de los partidos. Cayetana Álvarez de Toledo se desganiñatará en vano; Meritxell Batet, presidenta de la ex mini legislatura y de la entrante, impasible en su pasividad, aceptó todos los compromisos de sus señorías (plurilingüe y pluripropangístico). El Congreso también está en reformulación y la solemnidad y las formas son valores a postergar.  

Podemos fue el edecán de las transacciones entre el PSOE —que desde Palacio disimula juntarse con según que grupos— y su constelación de socios o apoyos de la tiniebla: a las claras, la Mesa del Congreso es para los socialistas (120 diputados, presidencia, primera vicepresidencia, secretario segundo) y la formación de Pablo Iglesias (35 diputados, tercera vicepresidencia, secretario primero, secretario tercero). El Artículo 31 del Reglamento del Congreso señala la importancia de la Mesa, responsable de “adoptar cuantas decisiones y medidas requieran la organización del trabajo y el régimen y gobierno interiores de la Cámara”, y “calificar la admisibilidad o inadmisibilidad de los mismos” (5).  

El PP intentó mediar entre Vox y Ciudadanos y resultó imposible: de nueve miembros, Vox tiene un miembro y los populares, dos.   

Al final del tedio, los corrillos anunciaron que no habrá sesión de investidura hasta enero y que no se constituirán las Comisiones, sabiendo que no habrá actividad en diciembre, hasta el año que viene. 

El paro presenta su peor cara desde hace un lustro. 

El presidente del Gobierno parece haber frenado su ímpetu inicial tras el 10N.

Tal es el momento.

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