1936-2020, comparaciones y diferencias
«El aherrojamiento de España por un poder político semejante a aquel Frente Popular sí que parece ser el resultado final del peculiar embate revolucionario de 2020»
Las frecuentes y comprensibles comparaciones con 1936 que leemos estos días suelen dejar de lado elementos diferenciales que cambian sustancialmente esa comparación. ¿A mejor, a peor? Una conflagración armada nacida de la reacción militar a una violencia desatada parece descartable: las bandas comunistas y anarquistas –sin olvidar a las socialistas- que hace ocho decenios causaban muerte y destrucción no tienen, por fortuna, parangón con los grupitos alborotadores como los CDR, que por ahora no han traspasado algunas líneas rojas. Pero el aherrojamiento de España por un poder político semejante a aquel Frente Popular sí que parece ser el resultado final del peculiar embate revolucionario de 2020.
Mientras que entonces la burguesía catalana, despojada por los revolucionarios, se echaba en brazos de Franco, esta vez la burguesía catalana encabeza un movimiento separatista a cuyo servicio están los revolucionarios, los de allí y los herederos en Madrid de aquellos partidos marxistas de 1936, que incluyen no sólo a Podemos sino obviamente a ese PSOE de Pedro Sánchez sin más proyecto que mandar en la Moncloa y las Cortes. El precio que se está negociando es la liberación del delincuente condenado Oriol Junqueras y la colaboración de Madrid en el proceso secesionista. De paso, sin tantas alharacas, se concederá algo similar al País Vasco y tendremos así la nueva España progresista, privada de dos de sus territorios históricos –y económicos, y culturales- más importantes.
La llegada al poder de Podemos va a ser un acontecimiento desconocido en la Europa de posguerra, con un programa cuyos efectos hemos visto ya en Iberoamérica, y en ese punto es donde sí que sería imaginable un mayor estallido de violencia, en particular porque ahora existe una fuerza diferente como es Vox, no atada por las cesiones y los pactos que hicieron posible la Transición después de 1975.
Decía un comentarista que había observado al Rey sin aliento y con una suerte de melancolía borbónica en su alocución de Navidad. Era lo menos que se podía esperar. El Rey que llamaba en 2017 a los españoles a la unidad ha sido desoído, y su soledad en la Moncloa es la imagen viva de la desgracia que estamos viviendo.