El Aplausómetro
Sesión Solemne de Apertura de la XIV Legislatura: «El aplauso global de entrada al Rey fue analizado casi en términos de compás: palmas sordas por Montero, palmas al desdén por Garzón, palmanadas por Castells, palmas institucionales por Iglesias»
Los ujieres iban de gala con el peti (levitón y triple botonadura en el puño) que diseñan (“de-toda-la-vida”) en la sastrería del Corte Militar. Los maceros, con el brillo refulgente de la plata en la mano, estaban para escoltar al Rey mientras pronunciara su discurso. ¿Qué hacen entonces durante el resto de su vida laboral si sólo se emplean en estas solemnidades? Los maceros son ujieres de atuendo, muy circunspectos en tales momentos, pero con el mismo sueldo mensual.
El Batallón de Honores había esperado al Escuadrón de Honor de la Guardia Real; algunos Guardias Civiles contaron a sus compañeros en el borde de la calle Cedaceros. Más de 400 militares a las puertas: la Armada, el Ejército del Aire, el de Tierra.
La Sesión Solemne de Apertura de la XIV Legislatura iba a empezar y el Estado, ese laberinto de intereses, proclamas y coberturas, se hizo carne mortal entre la madera, las cariátides y los cuadros religiosos del Congreso.
A su entrada al Pleno, los Reyes recibieron un aplauso y sonó el Himno. Al llegar a su sitio elevado, con sus dos hijas, la Reina había expuesto un pequeño bolso de pedrería; luego lo recogió, cuidando el gesto.
El Hemiciclo estaba tan rebosante de personalidades (de la Transición hasta el pasado más reciente) que se apreciaban con mejor nitidez las ausencias de los socios independentistas del Gobierno. “Ya no conozco a nadie”, le dijo un expresidente de la Cámara a otro.
La España del toldo histórico abierto estaba en la Puerta de los Leones y los escribas, dispuestos a punzar una página de piedra, incluso mareados, como parecían, de tanto boato…..Pero antes de que el rigorismo gestual empezara llegaron las señorías de ERC(13), Junts(8), Bildu (5), Cup (2) y BNG (1) y aclararon, especialmente al Gobierno de PSOE y Podemos, que es lo que pensaban de un monarca que: (1) “No respeta sus derechos como naciones”, (2) “Es heredero del Franquismo” y (3)“No reconocen como interlocutor válido”. Los independentistas leyeron, entrando en una sala del Congreso con gran premura, un manifiesto contra Felipe VI. Alguno se atrancó incluso en su lengua materna. Las mismas lenguas (catalán, euskera, gallego) que emplearon en su saludo y en su despedida, la presidenta Batet y el Jefe del Estado. “Muchas gracias, moltes gràcies, eskerrik asko, moitas grazas”. El diputado del BNG me dijo que emplearía la mañana trabajando en su despacho. Con el resto de diputados llegando horas antes para encontrar un asiento en el Salón de Plenos, los escaños retirados para incluir más y más sillas para más y más señorías, que este gentil dijera que se disponía a encerrrarse en su despacho me trajo a la cabeza la anécdota de Umbral, que desacostumbrado a los madrugones, vivió un atasco la mañana que le habían dado hora para entrevistar al Presidente Calvo Sotelo. En mitad de aquel embotellamiento, bajó la ventanilla del auto y preguntó al aire: “¿Es que todo el mundo va a entrevistar a Calvo Sotelo?”
Autodesactivados los independentistas de la teatralidad congresual, las miradas insistían en los miembros de Podemos. El aplauso global de entrada al Rey fue analizado casi en términos de compás: palmas sordas por Montero, palmas al desdén por Garzón, palmanadas por Castells, palmas institucionales por Iglesias.
En su discurso, la presidenta Batet se deshizo en elogios al Rey, el diálogo, la responsabilidad, la generosidad y otros frontispicios y reivindicó a sus antecesores en la Cámara con citas intercambiables. Perfectamente intercambiables: Bono había dicho “hay que escuchar a quien discrepa”; Posada había dicho “hay que generar espacios de diálogo para la consecución de acuerdos” y Pastor había dicho “hay que buscar objetivos comunes en la búsqueda de diferencias”. Cualquiera de los tres expresidentes pudo haber dicho lo atribuido a los otros dos. Batet leyó tan disciplinadamente su papel, con un tono tan monocorde, que pasaron desapercibidas incluso las citas menos sobadas (“Como Hemón recuerda a Creonte, ‘Sólo en un desierto podrás gobernar en solitario’).
La vez anterior que ambos, presidenta y monarca, coincidieron en un acto similar fue en la Solemne Inauguración de la XII Legislatura, el 17 de noviembre de 2016. Entonces, Batet había sido desplazada de su grupo parlamentario por enfrentarse a la abstención del PSOE. El Rey podría haber usado el discurso de 2016 en 2020 y el de 2020 en 2016. Antes de pronunciarlo, el servicio de prensa nos facilitó sus cuadro hojas mecanografiadas donde se lee “La esencia del Parlamentarismo es el acuerdo”.
España sigue dando vueltas. Aquel otoño de 2016 que citamos, el vicepresidente Iglesias, aseveró que el Rey era una muestra de un tiempo pasado. Uno de sus diputados, llevaba una camiseta con la leyenda, “Yo no elegí a ningún rey”.
En 2016, algunos diarios monárquicos cronometraron el aplauso del Congreso: 3 minutos. Hoy, en torno a 4. Escribió Camba que “en el Congreso, el tiempo es una cosa abundante, que siempre sobra y que nunca se sabe en qué emplear”. Pero hoy el tiempo parecía extrañamente suspendido.