El camino hacia el caos
«Cuando cayó el muro de Berlín nos dijeron que las democracias habían ganado la guerra a las autocracias. Pero no era la guerra, era una batalla»
Las democracias occidentales están encontrando nuevas formas de suicidarse cada día, en un cambio histórico que anuncia un futuro bien negro. Está la forma española, la forma británica, la italiana… y se está dibujando estos días la más inquietante, la estadounidense. El proceso está en marcha desde 2016, claro, ya que los mecanismos constitucionales de su democracia parlamentaria han sido violados una y otra vez por el presidente Trump[contexto id=»381723″], pero ahora llega la segunda parte: la esperanza de que la etapa trumpiana no fuese sino un tropezón tras cerca de 250 años de historia se va desvaneciendo con cada triunfo del socialista Bernie Sanders en las primarias del Partido Demócrata.
El pánico se ha adueñado de los competidores de Sanders en su propio partido, que se alejan de él proclamando su fe en el sistema capitalista, temerosos de que –como es muy probable- en noviembre el socialista resulte totalmente inelegible frente a Trump (y por eso Rusia está hábilmente apoyando a ambos a la vez), sino que de rebote el partido de centro izquierda no sólo no pueda reconquistar el Senado, que ya era improbable, pero incluso pierda el control de la Cámara de Representantes.
Lo que vaya a suceder con otros cuatro años de Trump y mayoría republicana –un republicanismo que ya no tiene más ideología, o eso parece, que la de seguir al líder supremo- puede llegar a saltar del terreno de lo surrealista al de lo trágico. Y si por algún accidente de recorrido, no descartable del todo porque la histeria y el descontrol del actual mandatario parecen estar en auge, finalmente los votantes se inclinasen por Sanders, el inicio de una era marcada por el marxismo enemigo de la iniciativa privada que pregona el senador por Vermont nos promete otros sobresaltos de alcance universal.
Todo ello, no lo olvidemos, vendrá enmarcado en lo que, por mucho que los economistas estén buscando palabras calmadas para describirlo, puede perfectamente convertirse en una recesión internacional acompañada de una pandemia nacida en el corazón de la China comunista/capitalista.
Cuando cayó el muro de Berlín nos dijeron que las democracias habían ganado la guerra a las autocracias. Pero no era la guerra, era una batalla. Hoy nos damos cuenta de que se difuminó el enemigo pero que Occidente no supo asumir la iniciativa y el liderato y, 30 años más tarde, está a punto de sumirse en su propio caos. Que nos pille confesados.