Nuevo hombre, viejo sapiens
«Me conformo con que el viejo sapiens recupere algunas de las buenas costumbres que en momentos de paz y prosperidad parecemos olvidar»
Dice un proverbio chino -o algo parecido- que las crisis son también una oportunidad. Y no dudo de que sea así en el plano individual. Este virus[contexto id=»460724″], tan chino y universal como el proverbio, habrá servido para reflexionar sobre lo que realmente nos hace felices o, simplemente, para pasarse al veganismo, descubrir el yoga o dejar el café. Aunque sea momentáneamente, como un ayuno o detox.
Sospecho que, al mismo tiempo, la humanidad seguirá con sus grandezas y pequeñeces, y que a diferencia de lo que escribía algún ministro recientemente en La Vanguardia no significará ni el inicio de un “cambio de paradigma” ni “reencarnaciones colectivas”. Reforzará, quizás, la responsabilidad colectiva y la concienciación sobre la higiene personal. Incluso algunas de las mentes más estrechas que rechazan el uso de mascarillas se lavarán más las manos pensando exclusivamente en su salud, pero beneficiando indirectamente a su entorno.
Aunque de la pandemia no nacerá un nuevo hombre, me conformo con que el viejo sapiens recupere algunas de las buenas costumbres que en momentos de paz y prosperidad parecemos olvidar o descuidar. Más allá del progreso técnico y científico, espero que la crisis revalorice la buena gestión de la res pública. La de los hombres y mujeres grises y aburridos frente a los experimentos populistas. Y que barra la política de frívolos y cínicos.