Lo de Chiqui Montero no es andaluz
«Salvar la lengua de Montero es darle pábulo al vulgarismo de hacer caer a propósito la ‘d’ intervocálica»
Al final el confinamiento no traerá la disonancia, que decía aquella canción del Maki. El confinamiento sólo ha traído una caterva de niños ociosos, bulímicas orgullosas del yoga y de las mallas, un estado moral que ha subvertido la democracia por los balcones y poco más.
Pasa que en el confinamiento se ha visto mucho, y eso de que Chiqui Montero comparezca para hablar de fiscalidades y dramas nos sirve para valorar su acento. Hay quien dice que lo que habla es andaluz, pero por mucho que presto el oído no encuentro yo ni el deje ni la prosodia de Antonio Burgos, ni de García Barbeito, ni de Rafael Álvarez «el Brujo».
Marisu ‘Chiqui’ Montero puede acercarse al andaluz por casualidad o arte de birbiriloque, y por mucho que le cabree a los andalucistas de la parla, el andaluz es una modalidad de español que, amparándose en las isoglosas y el clima, baja como cuña inversa desde Vallecas hasta Punta Paloma, duerme en La Laguna y pasa ya a Venezuela.
Salvar la lengua de Montero es darle pábulo al vulgarismo de hacer caer a propósito la «d» intervocálica, que es un fenómeno que la ministra emplea a conveniencia como hacía Rajoy a la salida de los bares y los concellos. Tratar de salvar a Montero por su cheli sevillano es demostrar poco aprecio por el español y por sus variedades meridionales y, además, hacerle el caldo gordo a Iván Redondo.
Anguita hablaba andaluz y aún sigue siendo visto como un sabio; su oratoria cordobita explicaba las contradicciones del capitalismo y hasta los artesonados de Sefarad con algo de ensoñación en su palabrismo. En cambio, Montero explica lo suyo con cuatro frescas, se acelera, dice ‘adurtos’ y se embala en su prosodia disparada de recaudaciones y balances. El gran Carlos Mayoral explicó estos fenómenos expresivos de la portavoz con más datos; yo lo hago con más política y gramática parda, sí, que la gramática parda es el esperanto de este Consejo de Ministros en el año de la peste.
Lo de Chiqui Montero no es andaluz, es un horror vacui del castellano que comparte tela de morfemas con el español. Es la neolengua de Chiqui Montero, y así debe quedar en esta pluriEspaña, cogobernada y desconfinada con la puntita.
Un sillón en la RAE y un compact de La Húngara para la Chiqui…