Esperando a Mr. Marshall (o a alguien que se le parezca)
Sánchez defiende la (previsiblemente) última prórroga del Estado de Alarma con el flotador de Ciudadanos y la Cámara encrespada
Han pasado dos meses y el presidente del Gobierno sigue añadiendo a su narrativa de la pandemia nuevos detalles que van del futuro al pasado. Intenta organizar retrospectivamente sus pasos, de mayo a marzo, a ver si los endereza. Y por eso, no tiene reparo en equiparar su criterio como gobernante con las opiniones de tertulianos o informadores varios que, entonces, restaron gravedad a la amenaza. Se desconoce si un presidente puede pasar por tertuliano o un tertuliano por presidente, pero así es Pedro Sánchez.
Casado le contestaba, “27.000 muertos, 50.000 sanitarios infectados, 100.000 empresas quebradas, 4 millones de trabajadores acogidos a ERTES (que no se pagan) y otros 4 en el desempleo”, “y ya, lo último, es que usted aluda a la suspensión del Mobile”, cuando ignoró la dimensión de la renuncia en cascada de las multinacionales.
Pedro Sánchez, que había tratado de volver a probar la afirmación de Walter Benjamin (“la verdad es una narrativa de la realidad”), ya estaba sentado en su escaño y esperando a que Casado acabara y pasara el siguiente. Pero al líder del PP le dio por no acabar, en un imprevisto efecto teatral, que parecía indicar que con las críticas a la gestión del Gobierno el tiempo siempre resulta estrecho. Batet le advirtió repetidamente, pero Casado estaba tan embebido leyendo incumplimientos que parecía solo en el Hemiciclo. La presidenta insistía, pero él no paraba.
La estructura discursiva de Casado recuerda vagamente a la fórmula de Reagan. No se sabe qué parte está tomada del Reader’s Digest, cuál es de su propia cosecha y cuáles son citas tomadas por urgentes asesores. El líder de la oposición empezó por Ortega, y pese a la colosal magnitud de la mala gestión gubernamental, su crítica quedó desengrasada; el líder del PP estuvo algo mejor en la parte final, cuando expuso sus propuestas para hacer frente a la pandemia: reforzar la atención primaria, crear un pool de personal de refuerzo nacional y un centro de prevención de pandemias.
El Gobierno fue reprendido por todos los grupos. Casado elevó el tono, ERC le afeó estar bailando con Ciudadanos, Bildu habló de la arcadia de la República Vasca y Vox, en estilo Vox, culpó a Iglesias de las muertes en las residencias de ancianos.
El desastre económico está ahí fuera, quieto, esperando.
Mientras Europa nos explica sus condiciones para prestar dinero y ayuda, para saber qué parte de nuestra soberanía será cedida o qué medidas habrá que asumir con una deuda pública al alza y un déficit creciente, Sánchez va estirando su tiempo. Marshall, aquel secretario de Estado norteamericano dio un discurso esencial en Harvard el 5 de junio de 1947 pero estaba escrito por Charles Bohlen, uno de sus principales asesores. Ahí estaba esta frase redonda: “Nuestra doctrina no está contra ningún país, está solo contra el hambre, el caos, la desesperación y la pobreza”. Aquella Europa acabó comprando bienes por millones a los americanos que se encargaron de reconstruir las insfraestructuras devastadas durante la II Guerra Mundial.
Estados Unidos creció y Europa diluyó su peso en el mundo.
En España se espera la llegada de Marshall, y ante tal imposibilidad, de alguien que se le parezca.
Total, quince días de alarma más.