El famoso caso del artista dadivoso
«Total, sobre gustos no hay nada escrito y el arte no es terreno para especialistas, sino para el yo pienso de que. ¡Los artistas son unos mendigasubvenciones, no como los hosteleros, ni los agricultores, ni los entrepreneurs!»»»
No nos cabe un mamotreto más. Se habrán enterado de que la semana pasada el admirable decorador de rotondas Víctor Ochoa regaló a la Comunidad de Madrid un sátiro contrahecho. Resulta que la esculturita en cuestión tiene una prima hermana que lleva desde 1995 en Sant Boi de Llobregat. Ríete de la capacidad premonitoria de Los Simpsons. El que nos han encasquetado en la Puerta del Sol (solo lo regala si la colocan en un lugar pintón) es de hace tres años y clavadito al del 95, salvo por el pedazo de resina y la mascarilla. Atended, artistas: cuando se os quede una obra rodando por el estudio, ponedle un casco de bombero o unas gafas de soldador. ¡En la primera tragedia os la quitáis de encima! Ochoa se lamentaba de los pequeños fastos que acompañaron la inauguración de su cachivache. «Fue como echar agua en el desierto», declara, pesaroso. Cuando le preguntan sobre la oportuna resignificación de su masterpiece, el escultor menciona el caso de otros colegas a los que les han reubicado obras, como Miguel Ángel.
Pensaba que el tema era agua pasada cuando me entero, leyendo a Elena Vozmediano, que en Andalucía también están cociendo habas. Los empresarios del mármol de Macael van a endiñarle a cada provincia un homenaje al aplauso a los sanitarios, que han encargado al imaginero José Antonio Navarro Arteaga. Son dos manitas medio juntas que no se sabe si se van a arrancar por bulerías o se van a poner a rezar. Por supuesto, el presidente de la Junta de Andalucía está felicísimo con la iniciativa. Otro trasto más en el espacio público.
La prisa por homenajear a los muertos, incluso preventivamente (habrá quien haya visto el horrendo pebetero de la Cibeles antes de que el COVID se lo llevase por delante), está sirviendo de excusa para llenar las ciudades de obras de dudosa calidad. Una de las cosas que ha demostrado esta crisis es el desprecio de las instituciones públicas por el arte. Empezando por Rodríguez Uribes poniéndose de perfil (un ministro que dice públicamente que los intereses de su negociado no merecen demasiada atención, dadas las circunstancias), siguiendo por el ninguneo de la mayoría de los gobiernos regionales a los profesionales del sector y terminando por el espectáculo del político de turno inaugurando trastos que no pretenden otra cosa que el autobombo. Cuando se va a remodelar una avenida se llama a los urbanistas, pero parece que cualquiera está capacitado para calibrar la calidad de una obrita de artecito. Total, sobre gustos no hay nada escrito y el arte no es terreno para especialistas, sino para el yo pienso de que. ¡Los artistas son unos mendigasubvenciones, no como los hosteleros, ni los agricultores, ni los entrepreneurs! Así nos luce el pelo: ciudades plagadas de armatostes extemporáneos fabricados por ochoas que se lucran en circuitos paralelos a los del resto del gremio. Cabezas de borbones en glorietas.