Tómese un café conmigo
Después de no contestar sobre su presunta acusación de golpismo al PP, Carmen Calvo invitó a la portavoz parlamentaria popular a echar un par de horas tomando un café.
La idea fuerza es la dulcificación del desastre. Y el Gobierno la va espolvoreando afanadamente en cada Sesión de Control. Siguiendo el maquinismo inicial del presidente del Gobierno, los ministros ejecutan disciplinadamente contestaciones que incluyen expresiones como “no entraré en esa provocación”, “aquí me tendrá para el acuerdo” y otras -con cierto éxito parlamentario, hay que escribir – que tratan de limitar la mala gestión y los engaños a una encomiable resignación ante el mal bíblico de la epidemia.
A veces, claro, hay “cortocircuitos”: la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, interpretó a su modo la instrucción y le contestó a Vox “no me van a encontrar en la descalificación personal” (…) “ustedes que hacen manifestaciones en descapotables y con palos de golf”. Son estos “cortocircuitos” los que atisban el sentido último de la palabra “acuerdo”, según el libro de estilo PSOE/Podemos.
Más lírico y envanecido estuvo el titular de Justicia, Juan Carlos Campo quien explicó que “la pandemia nos ha provocado una vivencia” (sic…), y es necesario elevar la mirada, descartando el insulto y la arrogancia”.
El Ejecutivo patrocina formalmente un “falso diálogo” con la oposición pero cuando llega la hora de que el presidente y sus ministros respondan, usan eslóganes o se ciñen al reglamento, ese eufemismo.
Así pasó con Pablo Casado (PP) que marcando distancias con Vox y subrayando un compromiso institucional le recordó a Pedro Sánchez la disposición del PP al pacto, con el ofrecimiento de 12 propuestas de Estado, “de usted depende”, le dijo, pero, el presidente se mudó a la bancada de la oposición y fue él quien le preguntó al PP para no aclarar nada sobre la oferta de los populares: “Pero, usted, señor Casado… ¿va a perseverar en la provocación y en la bronca o va a retomar el camino de la unidad que es precisamente lo que demandan los ciudadanos al conjunto de los políticos que estamos aquí presentes?”
El mencionado asunto era un juego floral, pero luego el Gobierno se bifurcó para maltapar sus cartas. Bildu le preguntó por los recortes y Sánchez habló del gasto anticíclico (“hay que gastar más”, decía) y la equidad fiscal. Unos turnos después, el parlamentario de Vox, Iván Espinosa de los Monteros le volvió a preguntar a la ministra de Hacienda si va a subir los impuestos. La titular lleva cuatro semanas contestando-sin contestar- la misma cuestión. Así que el de Vox concretó, “¿Va a subir el IRPF?” ¿las cotizaciones sociales? ¿la cuota de autónomos? ¿los impuestos en los billetes de avión? ¿van a crear una tasa covid?”
El Gobierno no ha aprobado unos Presupuestos Generales del Estado en dos años. Pero Montero se aferró a este subterfugio para seguir sin contestar: “Vengo a contestándole que el Gobierno no va a subir impuestos ni a la clase media ni a la clase trabajadora”. Fue el momento en que el de Vox sacó una tableta en la que se podía leer: “Cíñase a la pregunta”.
El culmen de esta estrategia de la dulcificación lo representó ayer la vicepresidenta Calvo, quien sortea con retórica los argumentos acerados de Cayetana Álvarez de Toledo (y Peralta Ramos (PP), como recita la presidenta Batet cuando le da la palabra).
Después de no contestar sobre su presunta acusación de golpismo al PP, Carmen Calvo invitó a la portavoz parlamentaria popular a echar un par de horas tomando un café.
Como una profesora con las dudas de una alumna, pero resolviendo el Estado.
Debe ser que el Gobierno es más claro en la intimidad.