El Gobierno y la creación del clima (de consenso)
«El presidente del Gobierno o no quiere o no puede o no sabe contabilizar los miles de fallecidos por el Covid, pero se arroga haber salvado 450.000 vidas gracias a sus medidas»
El escritor Jesús Pardo era partidario de las biografías a quemarropa. Por eso la suya se tituló Autorretrato sin Retoques. Entre las muchas anécdotas que incluía estaba la de un censor franquista, con el que compartió trabajo, ocupado en borrar por voluntad propia los asuntos más diversos. Por ejemplo, la previsión meteorológica. Aquel encargado censuraba incluso los partes y, al ser preguntado por un compañero, lo justificó diciendo, “Mañana graniza en Teruel, pero no quiero que los pastores se lleven un disgusto anticipado, ya lo tendrán en unas horas”. Y, pese a la inminente borrasca, distribuía una previsión con buen tiempo.
En la sesión de control hubo granizo de la oposición, pero el presidente ya había prometido el buen tiempo del entendimiento. Los cronistas esperaban, porque así lo anunciaron los tam-tams de Moncloa en la víspera, que Gobierno y PP bailarían un vals, gracias al cabildeo de Ciudadanos. Pero Casado Blanco, Pablo había venido con otro libreto y empezó a declamar incumplimientos (y trapisondas del Ejecutivo); enumeró medidas de distintos países, ceses, varios reconocimientos europeos de la inacción ante la pandemia e incluso citó medidas en Chile y algunas dimisiones aterciopeladas para exponer la resistencia del Gobierno a reconocer su culpa.
El presidente Sánchez sí tenía el cuerpo con otro clima y empezó con la frivolidad de “Señor Casado, yo tenía esperanzas en que usted viniera aquí con otra actitud….” El presidente del PP, como su portavoz parlamentaria, estructuran con cemento sus comparecencias y se echan en falta fintas ante el arrojo del presidente o la vicepresidenta, porque, luego, Pedro Sánchez, volvió a establecer la identificación entre Vox y el PP, pese a que Casado braceaba para explicar que los populares han hecho aportes, sosteniendo el Estado de Alarma o tramitando el Ingreso Mínimo Vital.
El presidente del Gobierno o no quiere o no puede o no sabe contabilizar los miles de fallecidos por el Covid, pero se arroga haber salvado 450.000 vidas gracias a sus medidas. Este es su resumen: camufla (todo) el haber e ignora (todo) el debe, que, en el mejor de los casos, imputa a la oposición. Una oposición en la que ya no figura Ciudadanos, tanto que el presidente volvió a repetir, pero modificado, el recurso libresco de la sesión de investidura del pasado mes de enero, cuando dijo, “Vox es tapa dura, el PP tapa blanda y ustedes (por el partido de Arrimadas), edición de bolsillo”. Ayer, Vox seguía siendo tapa dura; el PP, tapa blanda, pero Ciudadanos había desaparecido de la edición de bolsillo para convertirse en parte del propio libro presidencial: Manual de Resistencia.
Los números económicos son devastadores, los empresarios presionan al Gobierno, el turismo se ha averiado y aunque ha llegado el verano, España vive un eclipse económico. El Gobierno simula estar convencido de caminar hacia un gran acuerdo, incluso aceptando orillar a sus socios de Podemos, cuando realmente es la UE la que le exige condiciones para proceder al rescate (o como lo llamen en la nueva normalidad).
Nota al margen, como habitualmente, merecen los enfrentamientos entre Álvarez de Toledo Peralta Ramos, Cayetana (PP) y la vicepresidenta Carmen Calvo. La política socialista le tiene tomada la medida a la portavoz popular, quien destacó durante la ausencia por convalecencia de la vicepresidenta.
En el regreso de la socialista, el Congreso ha ganado en debate.
La política cordobesa encuentra sofismas y alcanza con soltura un tono cercano, que desactiva el imperativo monocorde de Álvarez de Toledo.
Siempre con una ordenada lista de incumplimientos o deberes por ejecutarse, la portavoz popular reseñó en su intervención su contrapropuesta de un café-debate (ya se atisba un reality entre ambas), después de que la semana pasada, Calvo le ofreciera, simplemente, tomar un café. “La invité a un café, como dos mujeres normales y corrientes. Yo lo soy. Usted me ofreció un circo. Yo los debates los tengo aquí, con cámaras, taquígrafos y mirándonos toda España”.
Total, que no va a haber café ni café-debate.
Tendremos que volver a ver “¿Qué fue de Baby Jane?”, con Joan Crawford y Bette Davis.