Aviso a Casado y Sánchez, desescalada de Podemos
«El líder morado permanece absorto en buscar una salida judicial que le ayude a salir del bache para no perder el único privilegio o calvario que le queda: seguir a merced de Sánchez»
El Gobierno de coalición no ha conseguido respaldo a su gestión por la crisis del coronavirus. Frente a experimentos ganan los de siempre. Lo sólido ante lo líquido. Galicia es muy exigente y quien no tiene programa ni está preparado es castigado en las urnas. Sánchez e Iglesias no son como el desodorante y el efecto Moncloa no se dio en las elecciones vascas y gallegas. ¿Se abrirá una reflexión en el PSE sobre la no continuidad en el gobierno de coalición con PNV, como plantea el diputado Odón Elorza? El sorpasso del BNG ha dolido mucho más en la calle Ferraz y ya hay dirigentes que apuestan sin paliativos por desmontar la federación y buscar a alguien fuerte. Next.
La derrota europea de la candidatura de Calviño, el hundimiento en Galicia y el conformismo en País Vasco para adaptarse al nacionalismo dejan a Sánchez una gran lección: no hay que presuponer nada y las cosas hay que trabajarlas. Según el presidente, nunca ha pensado en conformar una gran coalición porque no quiere terminar como el PASOK. Cabe recordar que el partido socialista griego también cayó por incumplir las promesas a su electorado. Los gallegos y los vascos no revalidan su gestión al frente de la pandemia y una mayoría se decanta por el fenómeno que el propio Sánchez engordó, el auge del nacionalismo. Volvemos a la casilla de partida. El presidente vuelve a manos del PNV y de ERC, tras las catalanas, si decide sacar adelante los Presupuestos para 2021.
Permitiendo la crisis de la familia y la pérdida de los valores tradicionales, aumenta el nacionalismo para cubrir ese hueco. El constante cambio de criterio por parte del Gobierno provoca inseguridad en la ciudadanía y la pertenencia a una determinada entidad estatal pierde importancia frente a lo más cercano y efectivo. Tantos años de concesiones al PNV siguen obrando el milagro al que se ha sumado Bildu. Perdida la educación frente a la doctrina, lo único que quedaba era empoderarlos desde Madrid a través de las concesiones. Tienen relato y cumplen lo que prometen. Check. El nacionalismo se rearma.
Aunque la verdadera desescalada ha sido la de Podemos. Pablo Iglesias cerró la puerta al salir de Galicia y permanece confinado en Galapagar. Galicia dice alto y claro: más Amancio y menos Pablo. A golpe de tuit asume un resultado malo sin más autocrítica que la del silencio y ya pasará. Ni él ni la favorita que gana enteros, Yolanda Díaz, han sabido canalizar el malestar profundamente arraigado ante tantas cuitas y contradicciones.
Los morados no han parado de ser el escaparate del lío interno hasta conseguir cambiar las federaciones al gusto del líder. Sucedió en Galicia y también en País Vasco. Lo cierto es que durante tanto enfrentamiento la 13 Rue de Podemos se ha quedado desierta. Mientras Iglesias asaltaba La Moncloa, el partido se quedó sin aparato, fuerza territorial ni siquiera jóvenes que escamparon nada más ver la profunda contradicción que es la vida política de Iglesias.
Ahora el partido envía una carta a sus territorios buscando la «fuerza joven» para conformar de nuevo la «rebeldía» frente al poder. Ese del que forma parte como vicepresidente. El líder morado permanece absorto en buscar una salida judicial que le ayude a salir del bache para no perder el único privilegio o calvario que le queda: seguir a merced de Sánchez.
Por su parte, los experimentos con Ciudadanos del PP advierten a Casado: en tiempos de pandemia, los votantes prefieren moderación. Es lo que escogieron revalidando la cuarta mayoría absoluta de Feijóo y así se ha definido el votante popular vasco. La principal idea de Casado desde hace tiempo es refundar el centroderecha para ganar elecciones. Un sueño que casi vio cumplido a nivel nacional y que los suyos se encargaron de dinamitar.
La coalición con Arrimadas en País Vasco no ha llegado a cuajar como se esperaba en Génova, aunque siguen defendiendo la apuesta personal de Casado, Carlos Iturgáiz. Un candidato con un discurso más cercano a Vox que no representa al votante vasco del PP, más centrado. Algo que ha aprovechado el partido de Santiago Abascal que logra colarse en el Parlamento vasco con una diputada.
Excepto el líder de Vox, los líderes nacionales tienen que naturalizar el fracaso en estas elecciones y, lo más difícil, ser conscientes de ello. Sánchez solo consigue el apoyo de los que ya le votaron en 2016. El Gobierno de coalición sale vapuleado y aún no ha venido lo peor de la crisis. La inestabilidad política también es fruto de la mediocridad y del obligado cambio de actitud y rumbo. Los líderes nacionales deben de naturalizar el fracaso para que les lleve a una introspección profunda.