Para cuando vuelva el procés
«Para cuando vuelva el procés, habrá que insistir en lo de siempre. Hay tres cuestiones centrales en el catalanismo que lo son también del independentismo, y que han protagonizado la actualidad en los últimos meses: la lengua, el Estatut y las infraestructuras.»
El procés nunca se va del todo. Se mueve pendularmente. La COVID-19 le ha dado un respiro, pero se nota que quiere volver. El procés no vuelve siempre como independentismo; a menudo vuelve en su faceta catalanista. Hay que recordar que el soporte “intelectual” y el argumentario del independentismo fueron creados por el catalanismo. El PSC, especialmente, le hizo los deberes al independentismo, y este solo tuvo que añadir la logística. Al enfrentarnos a algunos argumentos del procés, nos enfrentamos realmente al catalanismo.
Para cuando vuelva el procés, habrá que insistir en lo de siempre. Hay tres cuestiones centrales en el catalanismo que lo son también del independentismo, y que han protagonizado la actualidad en los últimos meses: la lengua, el Estatut y las infraestructuras.
Lengua
Una serie de TV3 en la que los personajes hablan un 70% en catalán y un 30% en castellano fue atacada hace unas semanas por el independentismo. El motivo de las críticas no era, obviamente, que esa representación era irreal (el predominio del castellano es muy superior) sino que TV3 debía tener como uno de sus objetivos la promoción del catalán. Poco después, la consellera de Cultura de la Generalitat, Mariángela Vilallonga, afirmó en el Parlament que «Cataluña tiene 3 lenguas propias: catalán, occitano aranés y la lengua de signos catalana». También hay «300 lenguas más, entre ellas el castellano».
Este tipo de argumentos no son exclusivos del independentismo. Es el catalanismo el que ha fomentado la idea del catalán como lengua perseguida, el que sostiene que “Cataluña es el catalán” o el que desprecia (y obstaculiza) los esfuerzos de los castellanoparlantes por escolarizar a sus hijos en su lengua materna.
Según una encuesta de usos lingüísticos del Instituto de Estadística de Cataluña (los datos son de 2018), un 52,7% de los catalanes consideran el castellano su lengua inicial, un 46,6% su lengua de identificación y un 48,6% su lengua habitual. En el caso del catalán las cifras son 31,5%, 36,3% y 36,1%. Pero hay datos más interesantes aún. A pesar del relato que sostiene que la lealtad de los castellanoparlantes no está en Cataluña sino en España, los catalanes cuya lengua materna es el castellano tienen una identidad híbrida (según un estudio de Josep M Oller, Albert Satorra y Adolf Tobeña): se sienten igual de españoles que catalanes (un 50% más o menos) y algunos (un 20%) se sienten más catalanes que españoles. El resto se sienten más españoles que catalanes.
Estatut
En junio se cumplieron diez años de la sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatut. Sigue siendo una herida abierta en el catalanismo y el independentismo (aunque ERC, por ejemplo, votó en contra del Estatut en el referéndum de 2006). Hay que recordar cosas obvias: se suprimieron 14 de los 223 artículos, en algunos de ellos se echaba de Cataluña al defensor del pueblo (el Sindic de Greuges tendría “carácter exclusivo”) y se separaba la justicia española de la catalana (el texto decía así: «El Consejo de Justicia de Cataluña es el órgano de gobierno del poder judicial en Cataluña. Actúa como órgano desconcentrado del Consejo General del Poder Judicial»). También el TC eliminó la palabra preferente aquí: «el catalán es la lengua de uso normal y preferente de las Administraciones públicas». Si uno lee los cambios o anulaciones, o bien es de sentido común que el TC se negara (van contra la Constitución) o bien son cuestiones menores, de forma, y no merecen una reacción tan airada. Como ha escrito Daniel Gascón, «Que un tribunal de una democracia constitucional pueda matizar algo votado en un referéndum sorprende a algún analista que no tiene tiempo para leer noticias internacionales. Para otros, que el TC evitara una reforma encubierta de la Constitución fue una ruptura de la lealtad: qué cosas.»
Infraestructuras
El independentismo considera que España es un Estado pseudofascista; es también un Estado pseudofascista que no les da suficiente dinero para infraestructuras. La cuestión del déficit en inversión en infraestructuras es un clásico del catalanismo. Un informe reciente de la Airef (la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal) afirma, en cambio, que Cataluña es la comunidad autónoma que ha recibido mayor inversión en infraestructuras en el periodo 1985-2018: un 15,8%. Como señala Rodrigo Ponce de León en este análisis sobre el informe, «entre 1985 y 2007 la inversión bruta en Catalunya llegó al 14,98%, por delante de Andalucía (14,83%) y la Comunidad de Madrid (12,76%), pero es en el periodo 2007-2013 cuando esa inversión en la comunidad catalana se dispara y alcanza el 20,56%, superando el peso del 18%-19% del PIB catalán que señala el nacionalismo catalán como referencia para las inversiones, y muy por delante del montante de otras comunidades autónomas: Andalucía (14,51%), Galicia (10,01%), Castilla y León (9,95%) y Comunidad de Madrid (7,7%).»
Si analizamos estos datos teniendo en cuenta la población, también Cataluña sale mejor parada que otras regiones: «La inversión bruta por habitante en Catalunya ha sido de 310,68 euros por habitante, la media de España es de 293,31 euros, mientras que en Andalucía ha sido de 239,87 euros; en la Comunidad de Madrid, 257,09 euros.»
El memorial de agravios falsos del independentismo es una invención del catalanismo. Es imposible convencer a los independentistas con datos. Quizá es más fácil convencer a catalanistas indecisos, y a el gran número de compañeros de viaje que tienen. Para cuando vuelva el procés, habrá que insistir en lo de siempre.