¡Más autogobierno!
«Lo que necesitamos es más autogobierno, aunque sólo en aquéllas materias en las que el ejercicio regional del poder no suponga un mayor menoscabo de los derechos individuales»
Isabel Díaz Ayuso rinde cuentas de su gestión, aún corta, en la Comunidad de Madrid. La gran crisis que ha tenido que atender en estos meses es la que asola a España, y al mundo; la pandemia de diseño que desmiente la idea de que made in China implica la copia y no una cuidada innovación tecnológica. La ciudad, y la región, sufren con dolorosa incidencia la extensión del virus. Es un mal asociado a la actividad y el intercambio, a la sangre del sistema económico, y la lucha contra la enfermedad tiene algo de suicida atentado contra la actividad, que en consecuencia se desmorona velozmente.
La dentellada de la crisis económica será este año de casi 13 puntos del PIB, si las previsiones de la Puerta del Sol no pecan de optimistas. Esto supone perder varios años de creación de riqueza. La Comunidad de Madrid debe responder ante esta situación sobre dos ejes. El primero de ellos es encontrar una forma de gestión de la crisis sanitaria que sea eficaz, por encima de todo, y que no sea muy lesiva con el desempeño económico. Si ello exige hablar con claridad sobre los grupos sociales que más están sufriendo los contagios, porque son los que más están contribuyendo a producirlos, no debe dejar de hacerlo por temor a no ser políticamente incorrecto.
El segundo consiste en ofrecer a los madrileños un modelo económico que entorpezca lo menos posible el esfuerzo de todos por progresar. Ese modelo es el que ya tiene la Comunidad de Madrid. Un modelo de éxito, que le ha permitido progresar más que el resto de las regiones y le ha colocado a la cabeza en la aportación del PIB nacional.
Ayuso ha mostrado su adhesión a ese modelo. Ha propuesto en el debate sobre el estado de la región rebajar medio punto los tipos impositivos de todos los tramos del IRPF. Las Administraciones meten su mano en nuestro bolsillo sin que podamos hacer mucho al respecto. En el caso del impuesto sobre la renta, lo hace directamente. Rebajar el IRPF no sólo es una apuesta por la austeridad y la eficiencia. No sólo supone un apoyo al crecimiento económico, que proviene de la iniciativa particular. Es también una muestra de respeto hacia los ciudadanos, y de confianza en su buen juicio económico.
El Estado también pone trabas a la producción de riqueza por medio de la regulación. Donald Trump ha logrado que su país se reencuentre con el crecimiento y la creación de empleo a niveles que parecían olvidados gracias a su empeño por desregular aquella economía. La Comunidad de Madrid quiere hacer otro tanto. Madrid aprobará una Ley del Mercado Abierto que permitirá a las empresas con sede en otras regiones operar en Madrid simplemente con que cumplan la normativa de aquellas regiones, sin necesidad de exigirles más.
Lo ideal sería que esa ley se generalizara para toda España, de modo que si una empresa cumple la regulación de otra región pudiese operar en todo el territorio nacional. Y lo conveniente para los ciudadanos es que las comunidades tuviesen una mayor capacidad para adaptar su fiscalidad a sus necesidades, hasta que se financien por completo con sus propios recursos. De este modo, tendríamos a las regiones compitiendo por entorpecernos menos nuestro camino. Vox se equivoca al pedir el fin de las autonomías; lo que hay que hacer es evitar que éstas sean un instrumento más de opresión, como lo son estos días.
La Comunidad de Madrid es un modelo de éxito. Por eso está en el punto de mira de la izquierda española. Tal es la relevancia de su buen desempeño, que incluso los nacionalistas catalanes han pedido que se imponga para toda España un tipo mínimo del Impuesto sobre el Patrimonio para que la competencia de Madrid no ponga en evidencia las consecuencias de la pésima gestión en Cataluña. Lo que necesitamos es más autogobierno, aunque sólo en aquéllas materias en las que el ejercicio regional del poder no suponga un mayor menoscabo de los derechos individuales.