Bajar a la realidad
«La política contemporánea, cínica, mediatizada, simbólica, muere al bajar al terreno de lo real. Por eso está fracasando en la gestión de la pandemia»
En un reciente artículo en El Confidencial, Ramón González Férriz avisa de una posible italianización de la política española: «los políticos hacen sus guerras y los ciudadanos las suyas, ambas partes procuran mezclarse lo menos posible y la segunda intenta esquivar el daño potencial que pueda infligirle la primera» Parece la deriva de la política occidental en general. Como ha escrito Thomas Piketty, la competición política se produce hoy entre unas élites educadas de izquierda y unas élites de derecha con dinero, y el resto de la población (las clases medias y populares) no forma parte de ella.
El electorado parecía, antes de la pandemia, más o menos de acuerdo con esta deriva. La política como un género de entretenimiento más; es La isla de las tentaciones para los que tienen un máster. Las cuestiones que se debatían eran abstractas y lejanas, salvo cuando se hablaba de impuestos. Pero con la pandemia, el reality ya no resulta tan entretenido. De pronto, políticos que no pensaban tocar nada por miedo a romper algo se han enfrentado a situaciones en las que la política podía afectar sustancialmente en el bienestar y el día a día de los ciudadanos.
Entonces, al político contemporáneo le entra vértigo. Quizá, piensa, puede confiar en que las cosas se arreglen solas. El sistema se autorregulará, siempre lo hace. Pero la pandemia exige mucho más. Al contrario que hace apenas unos meses, si los líderes no hacen nada se nota. Antes podían transmitir una sensación de competencia simplemente reuniéndose mucho, saliendo de vez en cuando a la calle y tuiteando clips de sus intervenciones en el congreso. O mencionando palabras elevadas en un atril y poniendo cara de estadistas. Ahora la inacción tiene consecuencias graves. En cierto modo, es comprensible su confusión. Nadie les avisó de que la política implicaba, solo muy de vez en cuando, gobernar realmente.
La política contemporánea, cínica, mediatizada, simbólica, muere al bajar al terreno de lo real. Por eso está fracasando en la gestión de la pandemia. Es un problema generacional y occidental. La crisis de la covid-19, como ocurrió tras la Gran Recesión y tras las victorias de Trump y el Brexit, está demostrando que la imagen de competencia del establishment liberal (de izquierda y derecha) era una ilusión.