THE OBJECTIVE
Aloma Rodríguez

Irene Montero, Joan Didion y la presunción de inocencia

«Los procesos deben ser profundamente escrupulosos en todo momento y en todos los detalles porque los atajos no sirven necesariamente para beneficiar a los débiles»

Opinión
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Irene Montero, Joan Didion y la presunción de inocencia

Moncloa

Hace unos días, Irene Montero, ministra de Igualdad, escribió en Twitter: «Todos los esfuerzos de este Gobierno y de este Ministerio van dirigidos a convertir el ‘hermana, yo sí te creo’ en un ‘hermana, el Estado te cree’». Podría entenderse como una hipérbole de la necesidad de que el Estado escuche a las víctimas, solo que quien lo está diciendo forma parte del Gobierno. Como le sucede con cierta frecuencia a los miembros de Unidas Podemos, a veces parecen olvidar que son el Gobierno. Les pasa cuando reclaman soluciones al drama de las personas que mueren ahogadas cerca de la costa española, les sucede también cuando presentan una enmienda a unos Presupuestos Generales presentados por ellos mismos en tanto que parte de la coalición de gobierno.

Pero en este caso, no hay olvido de su posición. La única manera de conseguir eso que pide Montero en el tuit, citando a su número dos, Noelia Vera, en una entrevista en Cuarto poder. Dice Vera: «Sobre todo es necesario que cuando una mujer acuda a una de estas instancias por un doloroso caso de violencia sexual vaya a ser creída, y vaya a ser creída en condiciones de verdad profesionales. Ese ‘hermana, yo sí te creo’ tiene que convertirse en un ‘hermana, el Estado te cree’». Lo que pasa es que eso choca de manera frontal con la presunción de inocencia, pilar del Estado de Derecho, y nos lleva directamente a la Edad Media. Por otro lado, si lo que pretenden es invertir la carga de la prueba deberían decirlo claramente. Es un asunto tremendamente resbaladizo, sobre todo porque usa a las víctimas y niega la posibilidad de contrastar.

En ‘Viajes sentimentales’, recogido en Los que sueñan el sueño dorado, Joan Didion cuenta el caso de la mujer agredida sexualmente y golpeada en Central Park en 1989, en el que se basa Así nos ven. La mujer sobrevivió milagrosamente y se convirtió en un emblema de la ciudad, como cuenta Didion en esa crónica brillante en la que traza también un retrato de Nueva York y de los neoyorquinos. Cinco menores de edad fueron condenados en un juicio mediatizado –Donald Trump pagó parte de la campaña que defendía su culpabilidad– y en 2002, doce años después, fueron absueltos cuando una prueba de ADN señaló al verdadero culpable. Quiero decir con esto que los procesos deben ser profundamente escrupulosos en todo momento y en todos los detalles porque los atajos no sirven necesariamente para beneficiar a los débiles. 

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