Unos ilusos fiscales
«Allí los guatemaltecos se preguntan cuánto me va a costar la generosidad de los políticos con mi dinero. Aquí, una mayoría de los incautos españoles nos preguntaríamos cuánto me va a tocar de ese gasto público»
Recordará la película V de Vendetta. Se basaba en el personaje de Guy Fawkes, este católico que quiso prender fuego al parlamento de Inglaterra, en 1605, para parar la brutal persecución de los católicos en el país. Se dijo luego de él que fue «el último hombre en entrar en el Parlamento con intenciones honestas». Quizá fuera sólo una exageración.
No hace ni una semana que un grupo de manifestantes ha logrado que las llamas devoren parcialmente el Parlamento de Guatemala. Probablemente no fuera Fawkes la referencia del incendiario manifestante, pero es inevitable acordarse de él. Más allá de la decisión de atacar la propiedad ajena, que es intolerable, es muy llamativo comprobar hasta qué punto el pueblo de Guatemala se ha alzado contra el reparto político del dinero de aquélla sociedad.
Allí todo el país está indignado. Hay una pequeña parte, muy de izquierdas, que no protesta por el dislate económico de estas cuentas, sino porque el Parlamento no ha destinado el gasto a lo que ella quiere. Pero la mayoría, la gran mayoría, protesta porque el presidente Alejandro Giammattei, y un Parlamento corrupto, quieren gastarse el dinero que el país ni tiene ni va a tener en varios años. Basta con decir que el Gobierno planea gastarse un 50% más de lo que prevé ingresar. La sociedad vive las duras consecuencias de la crisis económica, pero los políticos gastan a mansalva.
Allí los guatemaltecos se preguntan cuánto me va a costar la generosidad de los políticos con mi dinero. Aquí, una mayoría de los incautos españoles nos preguntaríamos cuánto me va a tocar de ese gasto público. En España los políticos gastan como si el dinero público no fuera de nadie, ya lo dijo una famosa ministra, y los ciudadanos creen que ese dinero lo aportarán otros. Es lo que la teoría hacendística llama “ilusión fiscal”, lo que nos convierte a los españoles en unos ilusos fiscales.
Nuestro Gobierno, sin llegar al extremo del guatemalteco, y en colaboración con su ardiente Parlamento, también ha planteado unas cuentas fuera de toda lógica, impropias de un país que va a perder un 12% de su renta en un solo año, este malhadado 2020 en el que sobre el problema de la pandemia ha recaído el desastre del Gobierno Sánchez. Somos como la familia que ve cómo caen sus ingresos y reacciona comprándose un nuevo coche, haciendo que otros cocinen por ellos con más frecuencia, y comprando todo tipo de cachivaches. Pero nosotros, además, nos gastamos lo que no tenemos en la confianza de que nuestra fiesta de gasto la acabarán pagando otros. Unos ilusos.