THE OBJECTIVE
Fernando Cocho

Pandemia inteligente: lo que no está escrito

Opinión
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Pandemia inteligente: lo que no está escrito

El Emboscado

A todas luces una Pandemia  es una desgracia absoluta, una calamidad recurrente en la historia, a veces de origen difuso e imprevisible, y siempre igualatoria. Afecta a toda escala, grupo o nivel económico, social o político. Siendo que no es un consuelo, las Pandemias en la Historia han dado paso a periodos de “regeneración forzosa”, un reinventarse por necesidad hecha virtud, a los entornos sociales, países, economías, culturas que se ven afectadas. Nadie en un mundo globalizado se salva de que le “llegue la justicia igualatoria”, como decían en la Edad Media.

De las Pandemias, y cuanto más fuertes y duraderas son, hemos salido con una “mejora” objetiva. Quiero pensar que, sea un castigo divino, sea una respuesta defensiva de la “Madre Tierra”  contra sus hijos maltratadores , o sea el azar periódico incentivado por la movilidad geográfica; al final siempre aprendemos algunas cosas. Por otro lado rápidamente olvidadas hasta que nos vuelve a sacar de nuestra zona de confort otra “crisis global”.

Aprendemos por la fuerza a buscar la solidaridad, a vivir más hacia dentro, reaprendemos costumbres que se habían relajado (como por ejemplo la distancia social no invasiva); lo duro es que lo hacemos de forma “forzada”. Saca de nosotros lo mejor y lo peor como humanidad, delata aquellos que están preparados emocional y vitalmente, para volver a construir desde el principio las cosas de una forma mejor; delata aquellos puntos débiles y a los “egoístas Inteligentes con sus impúdicas intenciones. Quiero, deseo, necesito pensar, que esta vez sacaremos “lecciones aprendidas” más transparentes y mejor comunicadas entre toda la humanidad. Hacen estos malditos sucesos que, como mosca en plato de leche, las cosas se vean con mayor nitidez, para lo bueno y también para lo malo. 

Necesito creer que esto es así. No por que crea en providencias divinas o Karmas recurrentes; sino por que de lo contrario, ni luchando contra toda esperanza de ganar, no transmitiríamos lo suficiente para que “una nueva humanidad salga” de tanta desgracia desplegada; contra la que sólo la voluntad, la ciencia y la memoria nos permita hacer un mundo, no mejor, pero si habitable por más tiempo en una suerte de “Estética de la recepciónque nos dote de sentido a lo que no tiene sentido por arbitrario.

Da igual si al final la Pandemia se ceba por genética, edad, grupo sanguíneo, cuadros clínicos complejos, o simplemente por vejez vital o emocional. Dicen los culturetas advenedizos e “iluminados” (se les nota que lo son reflejados en comportamiento, actitud, miradas y hasta en las formas de caminar o habitar socialmente), que “la edad está inscrita en nuestra voluntad”, pero eso no nos salva en caso de que la segunda no se de en un tiempo cronológico suficientemente “sano y productivo”. La edad no perdona, la debilidad de la carne no respeta ni a pobres ni a ricos. Es quizá de justicia poética sus actos, pero no deja de ser algo siempre doloroso.

Tras los Filósofos de la Sospecha sabemos que es probable que, por necesidad o debilidad, busquemos consuelo en Mitos, Religiones o en Creencias Culturales como esperanza de que algo cambie. 

Y en verdad, es posible, finalizando este trágico 2020, veo algo quizás de positivo en la terrible Pandemia. A saber: que podemos cambiar cosas como en otras crisis pudimos hacerlo y no lo hicimos. En esta ocasión, por lo terrible, lo global de la amenaza, su mortandad asociada y gracias al proceso de “universalidad de la comunicación” tenemos una oportunidad de ser listos y cambiar cosas. Me gustaría decir que hacer cosas que no están escritas no significa que no se puedan hacer; sólo requerimos voluntad compartida, verlo como una nueva necesidad, ser honestos y perder un poco del individualismo que nos “mata poco a poco”.

Me planteo muchos ejemplos, echando cuentas, casi apunto en mi cuadernito de trabajo una cincuentena. Pero como estamos en lo que estamos, centrémonos en la insidiosa lacra Pandémica. 

“A cada problema una solución y si no somos parte de la solución, somos parte del problema”, fíjense que es una frase de Lenin. Quien nos lo iba a decir.

Bueno, ¿dónde está escrito que el siguiente razonamiento no sea plausible? No diré ensoberbecido que tenga razón, sólo diré que quizá alguien mas Docto encuentre el cómo hacer las cosas en la práctica. En esta ocasión, no vale decir que no sé de lo que hablo. Miro mi Cv y me temo que sí puedo, en un mundo que sólo valora “papeles” y no “ideas” que pasar a papeles; tengo papeles. Otra cosa es que, cual “Tronista o Tertuliano” no los publique. Me enseñaron así, que le voy a hacer.

Problema: Si las camas de los hospitales, ambulatorios y personal sanitario está saturado, si no hay capacidad de triaje suficiente, si no hay suficientes “suministros o repuestos” de cualquier tipo, si no hay “horas en el día” para atender como se debe a la gente enferma (la enfermedad crónica, la enfermedad nueva que surge y la que viene de la Pandemia) ¿qué salida tenemos?

Solución: ¿Dónde está escrito, que no se pueda pedir trabajar a personal  parado, médico, de enfermería, de biología, técnicos de laboratorio, psicólogos, fisioterapeutas… alumnos en prácticas de ramas sanitarias o de ciencias de la salud, con conocimientos suficientes como para “liberar” la carga en un porcentaje suficiente a los “profesionales consagrados”?. Es sólo cuestión de Voluntad y de no poner palos o zancadillas. Salir de la queja sobre el otro y poner soluciones según las capacidades. Ser parte de la solución y no aprovechar los problemas para dejar ciego al otro aun quedando tuerto uno.

Barreras: Los hospitales, ambulatorios, clínicas, empresas y sobre todo sindicatos y patronal… digamos gente de orden político en el sentido gramatical, al menos en sus acepciones 7,8,9,11 y 12 de la RAE, debieran por una vez dejar sus “zonas de confort y pensar en fastidiar a la otra “casta”, y debieran buscar salidas, legales, y además éticas que permitirían mejorar la maltrecha sociedad. No sólo llegar a acuerdos cuando de sus subidas de sueldo y prebendas varias se trata (único caso en que todos los votos son unánimes). Y en esto incluyo a quienes tienen fama de ser “santos” cuando se ha demostrado que son los más ególatras y periódicamente sometidos a escandalo por usar herramientas del XIX en problemas del XXI, incapaces de salir de sus “conflictos de clase” para hablar de “conflictos globales”: son los sindicatos de viejo cuño tan apoltronados como la patronal que atacan por sistema. Mismo collar con diferentes pulgas que atormentan al mismo perro, dicese, a la sociedad y sus componentes.

Digamos, por ejemplo, algo corto, que a los estudiantes de enfermería de últimos años y enfermeros/as titulado en paro, pudieran ser contratados parcialmente como refuerzo, y si no hay dinero, “incentivados” con puntuaciones válidas en concurso/oposición, certificaciones, validaciones curriculares, formatos aceptados por la empresa privada como experiencia laboral… etc. Algo que sería muy fácil, sencillo y económico. Sólo con que un 10% fuera posible aplicarlo, la descarga de trabajo y por tanto la eficiencia que deriva en “vidas”, sería algo a tener en cuenta. Preguntemos a los que a pie de consulta u hospital se juegan la vida, la salud mental y la familiar, qué es lo que significaría.

Evidentemente se que es una quimera, por que los unos se sentirían explotados sin cobrar en dinero pensando que les tratan como “becarios”, los sindicatos verían “alienación económica y precariedad laboral”, la patronal seguro que intentaría perpetuar el sistema para “tener becarios cualificados indefinidamente” … Conozco las contrarréplicas. 

Todo lo podemos resumir en que NO nos fiamos del Estado y sus Componentes (he dicho Estado y NO he dicho Gobierno); no nos fiamos de los agentes económicos (NO he dicho Patronal); en definitiva, no nos fiamos del otro, de la tarea colectiva, de unirnos para en lugar de aplaudir cada noche, cosa a la que me sumo con gusto, intentar solucionar pragmáticamente las cosas.

Si en mi “venirme arriba”, por un casual recordara la factibilidad de usar como una herramienta más a los jubilados profesionales y no solo al voluntariado, o al Ejercito, como la Constitución en su artículo 116   ampara en un estado de alarma, ya sería tachado Dios sabe de cuantas cosas. Pero les recuerdo que, en ese mismo articulado, y ley orgánica asociada, se establece que se puede movilizar cualquier recurso que se estime pertinente público y privado de manera indefinida. Otra cosa es que no se quiera decir.

Finalizo sin haber acabado de quitarme las gafas del optimismo. No se diga que no se puede, dígase que no se quiere o no nos atrevemos al qué dirán. Sólo me quedarían 49 propuestas que hacer. Algunas ya caducas, otras fruto de un delirio filosófico.

Desde mi Emboscadura ya he disparado. Las veces que me “remango y me meto en el barro” es algo que reservo a mi intimidad y mi conciencia.

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