Hacia el año de, quizá, la última oportunidad
«Algunos agoreros milenaristas ya advierten que en 2029 la España actual, políticamente unida aunque tan desigual, habrá dejado de existir»

Susan Walsh | AP
Llega un año -¡ya era hora!- que inevitablemente va a ser diferente del ‘horribilis’ de 2020 porque las vacunas van a ir reduciendo, demasiado despacio sin duda, el impacto de la pandemia y porque el cambio político a la cabeza de Estados Unidos es de importancia histórica y, según todas las previsiones, va a relanzar modelos de cooperación y sensatez en las relaciones internacionales.
La pandemia ha servido de trágica tela de fondo para la extrañísima campaña electoral que cerraba la extrañísima Presidencia de Donald Trump, y a pesar de la batalla sin precedentes que éste está librando para darle la vuelta a los resultados electorales, es de suponer que en tres semanas se produzca el relevo y el moderado y avezado Joe Biden inicie un proceso, de resultados inciertos pero al menos digno de apoyo, por reconstruir una unidad social desgarrada por su excéntrico predecesor y por la falta de principios de éste.
El otro objetivo de la Presidencia Biden-Harris es rehacer unos lazos transatlánticos con unas democracias europeas que tienen sus propios problemas de desuniones y populismos, pero que se enfrentan como todo el mundo a un reto mayor: el deseo, en la era de la tecnología todopoderosa, que tienen dos regímenes autoritarios como el ruso y el chino de erigirse en árbitros dominantes de la política y la economía mundiales.
El brutal impacto de la pandemia[contexto id=”460724″] sobre estos procesos ha permitido el desarrollo de fenómenos locales que probablemente habrían sido diferentes en una situación más normal, sin el triple mazazo de la enfermedad, el aislamiento y el empobrecimiento.
No es el menos notable –junto a procesos como los de Venezuela, Brasil o México- el de una España que se encuentra con el gobierno quizá más atípico de su Historia –más incluso que el del Frente Popular-, jugando al equilibrismo con las fuerzas más extremistas y separatistas del panorama del momento. Algunos agoreros milenaristas ya advierten que en 2029 la España actual, políticamente unida aunque tan desigual, habrá dejado de existir y que –como poco- Cataluña y el País Vasco la habrán abandonado.
Todo esto, contado hace un año o dos, habría parecido política ficción, pero ya sabemos que el proceso ya empezó un 11 de marzo de 2004 y que el virus mortífero le ha dado el empuje decisivo. La ruptura de una sociedad y de una nación no está consumada aún, pero 2021 nos dirá –quizá a través de la propia ineptitud de los actuales gobernantes- si la democracia y la unión del país pueden aún esperar salvarse.