Otro ‘annus horribilis’, no, por favor
«Ahora lo urgente es parar la pandemia y luego salvar las instituciones democráticas colocando en su lugar a quien merezca, ya sea confianza, ya sea escarnio»
Un millón de personas infectadas por el coronavirus en Gran Bretaña, un millón de parados en Andalucía… Los Reyes Magos del 2021 han llegado sin duda demasiado pronto después del infausto 2020 como para que fuese creíble un mágico cambio de ciclo: lo que hacen es recordarnos la dura realidad de que nos enfrentamos a un año, o al menos medio año, tan devastador como el anterior y quizá más. La imprevisión, la descoordinación y, a fin de cuentas, la incompetencia de demasiados líderes políticos en este siglo XXI populista y desnortado pueden convertir la vacunación contra el coronavirus en un drama parecido al de la infección por el mismo virus.
No es un problema español en exclusiva, bien lo sabemos, y ha venido a demostrarnos hasta qué punto ha llegado en todo el mundo el deterioro institucional, administrativo y operativo que los 30 últimos años, tan felizmente inaugurados con la caída del muro de Berlín, han causado. El salto tecnológico que tantas cosas ha cambiado parece haber sucedido a costa de demasiadas otras: las conquistas sociales y económicas, el empleo, la honradez en la función pública… Y el bichito de Wuhan[contexto id=»460724″] lo ha dejado todo al desnudo.
Ahora lo urgente es parar la pandemia y luego salvar las instituciones democráticas colocando en su lugar a quien merezca, ya sea confianza, ya sea escarnio. En España hemos sufrido desde el 11-M 17 años de Gobiernos inútiles o claramente dañinos y ahora llegamos al apogeo con la liquidación desde dentro de la unidad nacional[contexto id=»381726″], con un liderazgo —mal avenido, además— sin más cualificación para gobernar y resolver crisis que algún doctorado falso.
En estado de atonía o de shock, este país, sus ciudadanos y su ley electoral parecen incapaces ya de formar mayorías estables y eficaces de Gobierno, hasta el punto de que gestionar la pandemia desde el absentismo parece no ser óbice para que un ministro sea designado por el primer partido de España, el PSOE, como su candidato en las inminentes elecciones catalanas, donde tanto se juega. Como el señor Illa ha discriminado una y otra vez a Madrid, en la calle de Ferraz debe de parecer suficiente aval…
El caso es que España y Europa —a ver si Bruselas despierta…— deben cambiar radicalmente su política de distribución y administración de vacunas para que la tragedia no prosiga su renovado crecimiento hasta quién sabe dónde. Las Fuerzas Armadas y del orden deberían ser aprovechadas en esa gigantesca tarea. La rapidez y la eficacia ya no son sustituibles por la propaganda y las relaciones públicas. Salvemos a las personas y luego prolonguemos el esfuerzo para salvar las libertades que a lo largo de tres cuartos de siglo se habían ido extendiendo por nuestro continente.