Efectos secundarios
«Hay que estar alerta, porque a la gente que se pone vacunas también le pasan cosas malas»
Ayer leí, en las letras grandotas de un titular, que el caniche de una enfermera que se había vacunado contra el COVID se había descalabrado en una zanja. El heroico periodista se sinceraba unas lineas más adelante diciendo que «¡aún!» no estaba clara la relación entre la inyección y el canichicidio; pero bueno, que si el río suena, agua lleva.
Hay que estar alerta, porque a la gente que se pone vacunas también le pasan cosas malas. En una investigación en la que me he dejado las meninges, he descubierto que un señor que se puso la triple vírica en el 74 acaba de palmar en un aparatoso accidente de tráfico. Otro tiene dolores de cabeza cuando el día amanece nublado y a un tercero se le encarnó una uña el mes pasado. ¿Casualidad? No lo creo. La lógica aristotélica es un invento del gobierno en la sombra y del nuevo orden mundial para mantenernos aborregados. Menos mal que todavía quedan medios valientes dispuestos a contarnos la verdad con titulares capciosos a cambio de un buen puñado de clicks. ¿Sabían que el inventor de la vacuna contra la varicela murió en 2005 a los 85 años? ¿Qué nos ocultan? Si era tan listo, ¿cómo es que está muerto?
¡Más pruebas! A la Herminia, la del quinto, le metieron el jeringazo el martes y hoy está fatal de los juanetes. Le he dicho que llame a Ana Rosa, que eso se tiene que saber. Se empieza con un dolor de pies y se termina estirando la pata por culpa de una encefalitis: ya lo predijo el doctor Cavadas en el Hormiguero y ese hombre sabe mucho de la ciencia.