THE OBJECTIVE
Aloma Rodríguez

Tener hijos no te hace mejor

«Ser padre es tan egoísta como no serlo. Y además los hijos pueden convertirse en un escaparate de nuestras virtudes, ‘sparring’ de nuestras frustraciones, explicaciones de nuestros fracasos, o, lo peor, nuestro proyecto vital»

Opinión
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Tener hijos no te hace mejor

Derek Thomson | Unsplash

La semana pasada aparecieron varios textos animando a la procreación. Estoy de acuerdo, la parte más divertida, además, es la de intentarlo. Los ánimos venían, en cambio, desde el reproche: los millennials son (somos) superficiales, no tenemos valores y ser padres podía solucionarlo todo porque no hay nada más importante que cuidar de un ser humano; ese era un poco el resumen. Otra línea de argumentación sostenía que tener hijos es corresponder con el don de la vida. Yo creo que bastante tenemos con vivir la vida que nos haya tocado como para devolver nada. Pero supongo que me falta fe.

Hay quien cree o se empeña en repetir que tener hijos te hace mejor persona. La respuesta corta es no. La larga también. Hasta hace unos meses tenía la teoría de que tener hijos exacerba algunas de las características de la personalidad, y generalmente las más incómodas para los demás, pero ahora ni siquiera me atrevo a decir eso. Por otro lado, decidir, como suele ser común entre estos defensores de la paternidad como ejemplo de virtud, cuidar o educar o criar, no es un gesto de generosidad. Ser padre es tan egoísta como no serlo. Y además los hijos pueden convertirse en un escaparate de nuestras virtudes, sparring de nuestras frustraciones, explicaciones de nuestros fracasos, o, lo peor, nuestro proyecto vital. Quiero decir que los hijos se tienen por muchas razones y por ninguna. Es bueno que la gente pueda elegir, es bueno que quienes no quieran tener hijos puedan hacerlo, es bueno que quienes quieran hacerlo a partir de los cuarenta puedan intentarlo con ayuda de la ciencia.

También a veces creo que los padres intentan convencer a todo el mundo para que tenga hijos para que el sufrimiento sea compartido: como los niños que cuando pierden se llevan la pelota. Es una justificación que desprende superioridad moral: no voy a festivales porque estoy educando personas. Como si la única manera de tener personas a tu cargo y de saber qué es cuidar, por otro lado, fuera ser padre. Y como si cuidar fuera mejor.

No hay nada que delate más lo alejado que se está de conocer el cataclismo que supone tener hijos como la cita a los pañales, los pañales son un epítome falso, cliché y que solo revelan la inocencia de quien los agita. Si ese fuera el problema.

En cualquier caso, los agitadores de la procreación pueden estar tranquilos: tienen en su equipo a la biología, de la que a veces logramos zafarnos, pero no siempre, y el narcisismo, otro motor para la perpetuación de la especie.

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