Una oportunidad inesperada
«La crisis del coronavirus ha ido convirtiendo a Madrid, más que nunca, en el crisol de todas las Españas y el espejo en el que se miran»
Victor Lerena | EFE
Una semana de sobresaltos políticos uno tras otro ha propulsado al primer plano nacional un duelo que hace poco nadie esperaba, Isabel Díaz Ayuso contra Pablo Iglesias por el mando en la región de Madrid. No hemos salido aún del ‘shock’ inicial y ya nos imaginamos cómo desde el lado especializado en ello de este enfrentamiento se va preparando la destrucción de la rival. Bueno, o se va intensificando, porque la extrema izquierda tilda sin cesar a Ayuso de ignorante e incompetente desde su llegada a la Presidencia.
Este episodio electoral en plena pandemia alcanza ya cotas de surrealismo dalinianas, y eso puede tener una ventaja paradójica: que nuestra sociedad, boquiabierta y paralizada ante todo lo que viene sucediendo desde hace un año, reaccione al fin, se dé cuenta de la pendiente en la que se ha metido lo que queda de España, y decida actuar. Se trata tan sólo de unas elecciones regionales, es cierto, pero también lo es que la crisis del coronavirus ha ido convirtiendo a Madrid, más que nunca, en el crisol de todas las Españas y el espejo en el que se miran.
La reacción que uno desearía incluye alzar la vista a 2025 y más allá y ver el horizonte de empobrecimiento y pérdida de libertades que nos espera si el populismo marxista nos sigue gobernando o si algún absentismo ‘rajoyano’ fuese lo único que puede producir el centro-derecha.
La cifra más aterradora de las muchas que nos desuelan hoy es ese 40% de paro juvenil, la peor de Europa con diferencia, que deja patentes muchas cosas: un sistema educativo anquilosado, empobrecido, sin relación con la actividad económica actual; una estructura productiva española superada por todos los avances técnicos, científicos y comerciales del siglo XXI; una incapacidad de nuestro sistema político de encarar la reparación de tanto estropicio con eficacia, conocimiento de causa y ausencia de trágalas ideológicos.
La educación, con niveles de calidad similares en toda España, incluido un dominio correcto del único idioma de importancia mundial que tenemos aquí, es nuestra prioridad. Y nos encontramos con las amenazas del marxista que quiere recortar las libertades, los separatistas catalanes y vascos –y sus admiradores en otras «naciones» ibéricas- que viven en su ensueño paralizante, y unas universidades incomprensiblemente politizadas. Si todo sigue igual, o sin duda peor, dentro de un par de años este país no tendrá ya futuro ni esperanza.
Tenemos el 4 de mayo una oportunidad de empezar a dar la vuelta a esa maldita tortilla…
