Ayuso, un nuevo referente político
«Ha nacido una nueva figura, Isabel Ayuso, que ha acertado en Madrid. Que tenga el mismo reconocimiento en el resto de España dependerá solo de cómo enfoque su proyecto a partir de ahora»
Apunten ese nombre, Isabel Díaz Ayuso. «DIA», como decían sus adversarios tratando de presentarla como una persona sin criterio. No tendrá criterio según sus detractores, pero el 4-M ha destrozado a Pedro Sánchez, anulado a Ciudadanos y podrá gobernar Madrid sin la ayuda de nadie, ni siquiera de Vox. Ella sola ha sumado más votos que toda la izquierda junta. Le basta con la abstención de Vox… que nunca votará al bloque de izquierdas.
La gestión del coronavirus[contexto id=»460724″] frente a la desastrosa gestión del Gobierno central, la puso en el mapa. Peleó contra viento y marea -contra Pedro Sánchez- para defender el derecho de los madrileños a mantener sus negocios abiertos y la cultura en activo a cambio de garantizar estrictas medidas de seguridad. Esos madrileños se lo han agradecido de dos maneras: votándola masivamente y, además, con un voto de castigo, de rechazo, a Pedro Sánchez. Rechazo que ha sufrido un Ángel Gabilondo al que Sánchez ha maltratado después de haberlo designado candidato y, por qué no decirlo, ha humillado obligándole a tomar decisiones que Gabilondo jamás habría aceptado si no fuera por lealtad al presidente.
Ayuso ha sido la gran vencedora de estas elecciones y Pedro Sánchez el gran perdedor junto a su socio Iván Redondo, que ha cosechado un sonoro fracaso como estratega de la campaña de Gabilondo. Y también ha habido más vencedores, destacando Mónica García y el jefe de su partido, Íñigo Errejón. Más Madrid ha subido de forma espectacular alcanzando casi al PSOE, todo un triunfo porque en las elecciones de hace dos años contaban con Manuela Carmena como la figura destacada del partido, hasta el punto de que se llevó un número considerable de votos del PSOE. El mérito de García y Errejón es que han conservado esos escaños y sumado varios miles más, sin que figurara la ex alcaldesa en su lista, ni tampoco como militante. Lo que significa que Más Madrid tiene el camino abierto para circular cómodamente con su nuevo proyecto, Más País, con el que esperan superar, como en Madrid, al Podemos de un Pablo Iglesias devaluado, sobre todo si se tiene en cuenta que abandonó la vicepresidencia del gobierno para, pensaba, cortar el paso triunfal a Ayuso.
Vox ha tenido un resultado que asegura al partido de Abascal no solo la supervivencia, sino un buen futuro. Sería aún mejor si moderara su programa en algunos aspectos –por ejemplo la xenofobia- y sobre todo si moderara sus formas. La visceralidad no es buena amiga de la política, y en Vox circulan dirigentes que solo verlos dan miedo porque se sabe que
soltarán exabruptos. Pero ahí están, tan democráticamente elegidos como aquellos partidos que no les consideran demócratas y les tachan de fascistas. También algunos candidatos de la izquierda tendrían que hacérselo mirar.
Ciudadanos ha pagado sus errores, como se temían sus militantes y trataban de evitar sus dirigentes. Edmundo Bal era un gran candidato, pero no pudo superar las equivocaciones cometidas por Rivera y la inexplicable moción de Murcia que apoyó Arrimadas. La fuga de dirigentes ha sido imparable y grave, y el resultado madrileño puede ser definitivo a no ser que Arrimadas y Bal reflexionen seriamente sobre cómo encarar el futuro corrigiendo la estrategia de los últimos años.
Pablo Iglesias no tiene más salida que presionar a su amigo Jaume Roures para que le dé trabajo en su proyecto audiovisual. Su paso por la política será efímero, y el resultado actual, aunque mejore el anterior, no es aceptable para alguien que aspiró, y a lo mejor aún aspira, a ser presidente de Gobierno. No sabe nada de política ni está capacitado para dirigir un país, ni una región ni un ayuntamiento. Le ha perdido la egolatría, la soberbia y la marrullería con que ha dirigido un partido y ha defraudado a sus seguidores con una vida personal contraria a la que ponía como ejemplo.
De este 4-M sale una España en la que se verán cambios a corto o medio plazo. Es inevitable.
Ha nacido una nueva figura, Isabel Ayuso, que ha acertado en Madrid. Que tenga el mismo reconocimiento en el resto de España dependerá solo de cómo enfoque su proyecto a partir de ahora. Muchos de los que la han votado preferirían que no se acercara a posiciones propias de Vox. Han premiado su gestión pero, también, la han votado por rechazo al PSOE. Si Ayuso acierta, llegará lejos. En cuanto a Casado, haría bien en hacer una lectura realista de lo ocurrido este 4 de mayo: ha ganado Isabel Ayuso, no el PP. Que gane el PP en el futuro dependerá de que Casado comprenda que hasta ahora no ha conseguido ilusionar a la gente suficientemente, comprenda que debe hacer cambios importantes en su equipo y comprenda que la renovación no pasa por dar poder a amigos suyos y del secretario general. Los ciudadanos, de derecha, centro e izquierda, quieren líderes sólidos, con equipos competentes, tengan la edad que tengan.
El futuro de Pablo Casado dependerá por tanto de que acierte en cómo dirigir el PP y para ello tiene que tomar decisiones valientes. Como ha hecho Isabel Díaz Ayuso en los dos años que lleva al frente del gobierno de Madrid.