THE OBJECTIVE
Joaquín Jesús Sánchez

Las muchas muertes de Samuel Luiz

«Que siguen pegándole a la gente, cuando no matándola, por ser parte del colectivo LGTBIQ+ no es una opinión, son hechos contrastables»

Opinión
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Las muchas muertes de Samuel Luiz

Brais Lorenzo | EFE

El sábado pasado, de madrugada, trece malnacidos mataron de una paliza a Samuel Luiz al grito de «maricón». Desde entonces, han ocurrido dos cosas. La primera, que miles de personas se han echado a la calle para protestar por el asesinato del joven. La segunda, que una horda de sensatos analistas ha llamado a la prudencia: que se golpee hasta la muerte a un chaval mientras lo llaman «maricón» no implica, necesariamente, que el crimen tenga una motivación homófoba.

La filigrana retórica de estos circunspectos detectives le deja a uno pasmado. Susanna Griso se ha mostrado muy inquieta por la politización de este crimen y dice estar preocupadísima por las consignas contra Ayuso. Carlos Herrera ha dicho que ojito con los verdaderos enemigos, los «exaltados de extrema izquierda», y que «la policía todavía no ha dictaminado si es caso de homofobia. Es decir, fueron trece tíos a pegarle al grito de “maricón, te vamos a matar” por su condición sexual o fue otra la razón». También se ha mostrado consternado por cómo pueda afectar a la presidenta de la Comunidad de Madrid este asunto, porque parece que Isabel Díaz Ayuso en particular y la derecha en general es la verdadera víctima del crimen.

Me pregunto qué estarían bramando estos (y otros) admirables voceros de la moderación y la sensatez si el muerto llevase, no sé, unos tirantes con la bandera de España. Seguro que entonces los motivos de los criminales serían evidentísimos. También auguro que la policía, en ese caso, se habría ahorrado la actuación salvaje de la otra noche.

Ignoro los complejos resortes de putrefacción moral e intelectual que llevan a alguien a negar que a este muchacho lo han matado por el simple hecho de ser homosexual. No hace falta ser Sherlock Holmes: lo decían sus asesinos mientras lo asesinaban. Que siguen pegándole a la gente, cuando no matándola, por ser parte del colectivo LGTBIQ+ no es una opinión, son hechos contrastables. ¿De qué se sorprenden? Lo esperable era la solidaridad: que la gente saliera a gritar que ya basta. Hay que estar hecho de un estiércol muy puro (la mierda de la que están hecha los colaboracionistas) para intentar ocultar algo que ni los propios homicidas disimulan.

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