En zapatillas
«No logro entender cómo se cometen siempre los mismos errores y no se valora la capacidad del enemigo por resistir las tácticas de una guerra de ocupación»
En las redes sociales ha causado cierto revuelo la imagen de nuestro presidente en/con/de zapatillas. Soy muy partidario de que un hombre se ponga cómodo para realizar sus tareas. En este caso, se trataba de gestionar los intereses de nuestro país en el extranjero. Está bien, pues, que Sánchez se sienta como en casa. Otra cosa es la relevancia que España tiene en el exterior, que estaría en consonancia con las zapatillas del presidente.
Sea como sea, ahora parece ser que el amigo americano nos hace un poco de caso, y ya podemos vender impecable gestión internacional. Todo, claro está, a costa de una tragedia como la de Afganistán, que quedará como el Vietnam de nuestra generación. Un Vietnam sin imágenes bélicas. Un Vietnam silencioso y que ha pasado desapercibido durante veinte años. Sin un relato continuo. Sólo con un desenlace vergonzoso en el aeropuerto de Kabul. No logro entender cómo se cometen siempre los mismos errores y no se valora la capacidad del enemigo por resistir las tácticas de una guerra de ocupación.
Por otra parte, llegamos a la recta final de las vacaciones de agosto. Y pronto volverá el curso escolar de sus señorías. Avanzaba Oriol Junqueras en la radio que, desde ERC, están dispuestos a darlo todo en la mesa de negociación y que esta vez tendrán más paciencia que un Gandhi. Miedo da. La matraca no acaba nunca. Y septiembre pinta cansino en el terreno del procesismo catalán. No sé si Sánchez adoptará la solazosa estrategia de las zapatillas con el asunto catalán. En cualquier caso, la decadencia catalana no parece tener límite. Seguiremos con el mismo sonsonete después de las vacaciones y en medio de la pandemia que no cesa. Cierto, eso sí, que, en dicho contexto, las zapatillas quedan que ni pintadas.