Una estrella en el bulevar del ataque al corazón
«El pasado viernes, Alejandro Sanz inauguró la estrella que lleva su nombre en el Paseo de la Fama de Hollywood»
«Estaba una noche en un bar de Hollywood Boulevard, cerca del cruce con Vine Street, y entró una mujer con pinta de vagabunda llevando un animal muerto en brazos. Se acercó al camarero y le dijo: ‘Creo que me va a dar un ataque al corazón’. Y él respondió: ‘Sí, claro, pues mejor que te de fuera’. Pensé que eso era bastante duro. Así que decidí rebautizar Hollywood Boulevard como el Bulevar del Ataque al Corazón», recuerda Tom Waits acerca del origen de su canción ‘Heartattack and Vine’ (1980).
Aquel fresco costumbrista de uno de los rincones más emblemáticos de Los Ángeles, entonces poblada de putas, yonquis y buscavidas, me ha venido a la cabeza al leer la noticia de que, el pasado viernes, Alejandro Sanz inauguró la estrella que lleva su nombre en el Paseo de la Fama de Hollywood. ¡Bravo por él!
Al cantante madrileño le ha tocado precisamente el trozo de acera situado frente al número 1750 de Vine Street, a cuatro pasos de esa esquina de Hollywood y Vine que sirvió de inspiración y de título para el séptimo elepé de estudio del autor de ‘Downtown Train’. «El diablo no existe, es solo Dios cuando está borracho», proclamaba –entre otras lindezas– la cancioncilla de marras. «Waits encuentra más belleza en una alcantarilla de la que la mayoría de las personas encontraría en el Jardín del Edén», sentenció sobre dicho álbum el crítico de la revista Rolling Stone Stephen Holden.
Levi Strauss & Co debió de contagiarse del mismo entusiasmo, trece años después, cuando adoptó como sintonía para un spot televisivo de sus populares vaqueros Levi’s 501 una versión de ‘Heartattack and Vine’ registrada por el extravagante Screamin’ Jay Hawkins. Aquel memorable anuncio, titulado Procession, fue emitido durante meses en 17 países, con el consiguiente cabreo del artista, que si bien autoriza que cualquiera grabe o interprete en directo su repertorio –los derechos de autor son su principal fuente de ingresos–, no admite el más mínimo uso comercial del mismo. Resultado: una demanda legal que se resolvió finalmente con una disculpa pública difundida por los fabricantes de jeans californianos en el semanario Billboard, boletín oficioso del sector musical estadounidense. Así se la gasta el cantante de la voz bronca.
«Si quieres probar la locura, ponte en la cola. Probablemente te encuentres con algún conocido en Heartattack and Vine», prosigue la canción. Al parecer, Screamin’ Jay Hawkins y Waits coincidieron en el rodaje del filme Mystery Train (Jim Jarmusch, 1989) y el creador del clásico ‘I Put a Spell on You’ (1956) se quedó prendado del cancionero de nuestro héroe, al que ha recurrido luego en varias ocasiones.
«Mira a esa niñata de Jersey con la blusa transparente. Apuesto a que todavía es virgen. Pero son solo las nueve menos veinticinco en Heartattack and Vine…». Hubo un tiempo en que esta esquina era el colmo del glamour, con las estrellas del show business alojándose en el Hotel Roosvelt, cenando en el Musso & Frank Grill o tomando cócteles en el Pig ‘N Whistle o el Frolic Room, antes o después de acudir a los estrenos del Egyptian Theatre, el Chinese o el Pantages. Pero, cuando Waits y su generación de beatnicks trasnochados llegaron para establecerse en el Tropicana Motel y actuar regularmente en el Trobadour, apenas quedaba un destello de aquella etapa dorada y el walk of fame hollywoodiense se había convertido en feudo de pandilleros y territorio comanche no apto para forasteros incautos.
Creado en 1958 por la Cámara de Comercio de Hollywood para honrar la contribución a la industria del entretenimiento de los profesionales del cine, la música, la radio y la televisión, el Paseo de la Fama es una de las atracciones turísticas más populares de Los Ángeles, además de un símbolo de status para las estrellas ascendentes o veteranas. En este peculiar ranking de popularidad made in USA, no hay medias tintas: uno tiene su estrella o no la tiene. Y Sanz, que ha recibido la distinción número 2.703 en la historia del invento, es solo el noveno español en conseguirla. O sea que poca broma.
Los agraciados que le han precedido son Penélope Cruz, Javier Bardem, Antonio Banderas, Plácido Domingo, Julio Iglesias, Xavier Cugat, José Iturbi y Tony Moreno. Aunque casi nadie se acuerde ya de estos dos últimos, Moreno –madrileño de nacimiento– fue un auténtico galán de la era del cine mudo que compartió cartel con divas como Gloria Swanson (My American Wife, 1922), Greta Garbo (The Temptress, 1926), o Clara Bow (It, 1927); mientras que Iturbi fue un pianista, compositor y director de orquesta valenciano que terminó trabajando en musicales hollywoodienses posteriores a la Segunda Guerra Mundial como Levando anclas (1945), con Gene Kelly y Frank Sinatra.
El intérprete de ‘My Way’, por cierto, ostenta nada menos que tres estrellas en el walk of fame, correspondientes a diferentes categorías: Música, Cine y Televisión. La primera de ellas se halla en el 1637 de Vine Street, a un tiro de piedra de la flamante placa de Alejandro, muy cerca de esa icónica torre de Capitol Records, diseñada en hormigón armado por el arquitecto Welton Becket para resistir los terremotos a pesar de sus 13 pisos y 150 metros de altura.
Por cierto, la planta baja del Capitol Building alberga uno de los estudios de grabación más legendarios de la historia de la música popular, con capacidad para acoger hasta 75 músicos y una cámara de eco concebida por el gran Les Paul que produce una reverberación natural de 5 segundos. Declarado monumento histórico-cultural de la ciudad de Los Ángeles, en su interior aún se conserva el micrófono Georg Neumann U-47 con el que Sinatra inauguró las instalaciones registrando el disco Tone Poems of Color (1956).
¿Estaría el autor de ‘Corazón partío’ pensando en cualquiera de estos asuntos baladís en el momento en que inauguró su estrella? Lo dudo. Escoltado por su actual pareja, la artista cubana Rachel Valdés, a ella dedicó este reconocimiento («la mujer cuyas manos sostienen los sueños de mi corazón»), además de tener un recuerdo para sus cuatro hijos, Manuela, Alexander, Dylan y Alma. ¡Eso es saber estar!
«Quiero agradecer al niño que fui, que luchó y nunca se dio por vencido para poder hacer realidad este sueño que es haber podido dedicarme a la música. Nunca imaginé que algún día iba a tener una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood», declaró.
Los cazadores de autógrafos –si es que eso aún existe– tienen una cita ineludible el próximo miércoles 6 de octubre a las 18.30 (hora local) en el 7007 de Hollywood Boulevard para honrar al actor Daniel Craig –mi 007 favorito, con permiso de Sean Connery– con la correspondiente estrella dorada de cinco puntas.
A todo esto, Tom Waits nunca ha recibido una, a pesar de haber sido entronizado en el Rock and Roll Hall of Fame en 2011, detentar dos Grammy, un Globo de Oro y una nominación al Oscar y merecerlo sobradamente. Esta clase de cronistas del lado más bestia de la vida (Albert Pla dixit) no ayudan demasiado a fomentar el turismo callejero, aunque nunca se sabe. Hasta el próximo 27 de mayo, el Walk of Fame Committee acepta nominaciones para elaborar su selección de 2022. Los curiosos pueden descubrir los requisitos aquí. Yo, con su permiso, ya sé a quién voy a proponer…