La España cuántica

Ha dicho Almodóvar que aún no se ha hecho en España la gran película sobre la Guerra civil. ¡Estoy de acuerdo! La vaquilla es una peli de Berlanga, que es otra cosa. También ha dicho Saura que la Guerra civil es un tabú, y fíjate que yo creo que hizo -en tiempos de Franco- una de las mejores: La caza. Es fama que La caza iba a llamarse La caza del conejo hasta que pasó por las oficinas de la censura. Se non è vero.

Hoy La caza quizás se llamaría La caza del conejo y tendría más colores. Aunque también puede ser que no: vuelve a estar mal visto hablar de conejos. Hay incluso quien hace carrera con estas cosas, con denunciar conejos, como hacía carrera dibujándolos el pintor de aquel epigrama de Graves. Hay un tipo que se paseó por el Prado anotándolos y cobró por el listado. Ahora saca un libro sobre estatuas. El caso es cobrar.

No hay una gran película sobre la Guerra civil, y no será porque falten. Igual lo que falta, o sobra, es otra cosa. Se habla mucho de la Guerra, así que es un tabú raro. Estos días hemos hablado hasta de Hernán Cortés. Quién opina que España tiene que pedir perdón por la conquista; quién que  los que lo tienen que pedir son los criollos. «La conquista la hicieron los indígenas y la independencia, los criollos», se decía en tiempos. Benedict Anderson, que era marxista, explicó el nacionalismo como el ardid de las élites criollas. Hoy para el marxista medio el criollo es una salchicha que las clases medias del PAU asan en la barbacoa.

De todo esto me quedo con que España existe cuando interesa. O sea, existe cuando existe. Hablo con A. y me dice: «El estado español está en superposición cuántica hasta que los intereses del PSOE lo colapsan en un estado de existencia o inexistencia. Es un estado formado por una onda compleja cuyo módulo es proporcional a la probabilidad de la que el PSOE necesite o no su existencia». Entiendo. No es que el PSOE se parezca a España; es que es España, o España no es.

Esa intuición la tuvieron Sánchez y el valido pelucón: una intuición que vale una década. Ellos tenían razón y los demás estábamos a por uvas. Ahora el valido se va a hacer de las suyas con el Conde, que maneja ya una troupe a la medida de las élites progresistas de Madrid, las más catetas de España: tiene su pierrot con aires de grandeza y ancha cara blanca; su augusto chepudo; y hasta un contraaugusto que se cree que la gente va al circo a escuchar sus conferencias. A las élites progresistas de Madrid no hay abalorio, espejito o collar de cuentas que no se le coloque, y también El País anda espigando en el clown car catalanista.

Nuestro payaso castizo era el bombero torero, que Ione Belarra quiere prohibir para no denigrar a los discapacitados. Alguno ya se ha quejado de que lo dejan en la calle, como el leproso de La vida de Brian. De la Guerra civil no se ha hecho aún una gran peli, pero de los años de Sánchez saldría un buen remake de También los enanos empezaron pequeños.