Del cuarto 8-O a plaza Cataluña, pasando por el Castillo de San Fernando
«Y llegó al fin el día 12, que en toda España se celebra con sus más y sus menos, pero se celebra sin hacer demasiado el ridículo como, ya me perdonarán, hizo algún representante de Vox pisando banderas esteladas en la manifestación convocada en Barcelona por Cataluña Suma»
Querido Diario:
Menuda maratón de celebraciones del Doce de Octubre que me he pegado este año con los compañeros de Cataluña. Ahora que se habla tanto de la «España vaciada», a mí me gustaría hablar de la Cataluña rica i plena, rica y llena de hispanidad. Me gusta ver la botella qué digo medio llena…¡a rebosar y burbujeante! Que salga disparado el tapón, como cuando descorchas un cava.
En realidad la fiesta empezó la noche del 8 de Octubre con una cena entrañablemente multitudinaria de toda clase de gentes reunidas para celebrar los cuatro años de aquella grandiosa manifestación que en 2017 puso pie en pared del procés y demostró que éramos muchos, muchísimos, los que queríamos otra cosa. Tuve el honor de sentarme a la mesa de Fernando Sánchez Costa, presidente de Societat Civil Catalana, madre de aquel milagro pacífico y a la vez contundente. En la mesa había representantes del PSC (uno de ellos, el diputado Raúl Moreno, recogió el Premio Ocho de Octubre otorgado a Josep Borrell, quien no pudo acudir en persona pero mandó un vídeo lleno de sentido), había gente del PP y había gente de Vox, a quienes ninguno de los presentes tendría nunca el mal gusto de hacer cordones sanitarios ni otras perrerías antidemocráticas. Aunque debo decir con orgullo que Ciutadans tuvo una presencia especialmente nutrida y lucida. Nuestra eurodiputadísima Maite Pagaza, otra de las premiadas de la noche, soltó un discursazo que a mí me dejó llorando como una magdalena. Sobre todo cuando Maite dijo que el golpe del 2017 «lo pararon el discurso del Rey y vuestra resistencia» y cuando muy segura de sí misma, y de nosotros, vaticinó: «A esto le damos la vuelta en dos años…máximo dos años y medio». La noche acabó tocando el himno de España con un acordeón. Hala.
Esto era el viernes 8. El sábado 9, yo me puse ropita limpia (de hecho, inmaculadamente blanca…) para treparme al Castillo de San Fernando, en Figueras, con Héctor Amelló y todos los compañeros naranjas de allí. Se celebraba la Jornada de Puertas Abiertas de las Fuerzas Armadas, de todas ellas, con motivo pues eso, de la Fiesta Nacional. Daba gloria ver a pequeños y mayores curioseando desde los escudos de la Policía Nacional hasta las gafas de visión nocturna del Ejército pasando por los carros de combate y los drones. Se respiraba un aire impregnado de confianza y de fraternidad. Uniformados llenos de galones nos saludaban alegre y marcialmente al pasar mientras los veteranos hacían rugir sus motos como ángeles del infierno, pero sin infierno, a no ser que consideremos como tal la imperdonable dejadez en que Generalitat y Ayuntamiento tienen esta impresionante fortaleza histórica, que si ahora apabulla, qué no haría en el siglo XVIII, cuando los franceses fundieron su alma para tomarla. Su alma y su honor, porque ahí dejaron morir de mala manera a Mariano Álvarez de Castro, el mítico defensor de Gerona frente a Napoleón. Yo ya me sabía la historia porque traduje al catalán ‘Gerona’ de Galdós, pero no dejó de emocionarme ver la réplica de la silla donde Álvarez de Castro fue torturado en Figueras…
El Castillo sobrecoge incluso dejado de la mano de Dios. En su noble patio asistimos a un sobrio y a la vez imponente homenaje a los caídos por España. La máxima autoridad militar recordó que las Fuerzas Armadas están para eso, para defender la libertad y la convivencia. De todos. Se arrió la bandera y nos fuimos con ganas de volver.
Breve pausa el domingo 10 para coger aire, que el lunes 11 ya volvíamos a tenir faena: las juventudes de Ciutadans habían organizado un acto de debate sobre esta especie de obsesión planetaria por desvirtuar la Historia de España, esa leyenda negra a la que se apunta hasta el indigente indigenismo del actual presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Mejor haría este señor preguntándose por qué en su país los matrimonios interraciales eran ilegales cinco siglos después de que en la América descubierta por Colón, hombres españoles se casaran con mujeres indias y engendraran razas mestizas tan orgullosas y poderosas, que todavía hoy dan envidia y son objeto de bulos. La catedrática de Historia Moderna María Ángeles Pérez Samper nos ilustró sobre la cuestión fundamental de que España en América, más que fundar un imperio y ya está, alumbró un continuo humano en el tiempo. El líder de Cs en Cataluña, Carlos Carrizosa, recordó que el balance de aquella aventura es mucho más noble, duradero y positivo que el paso de ingleses, alemanes o franceses por Asia o por África.
Yo tenía que moderar aquel debate hasta que saltaron literalmente todas las alarmas del edificio, obligándonos a cambiar lugar y formato del acto. ¿Sabotaje? Puede. Pero, ¿qué más da? La alegría de estar todos juntos hablando y poniendo ideas en común era inextinguible. A mí se me ocurrió decir que Cataluña se ha intentado hacer el harakiri tres veces: cuando la Corona de Aragón se quiso quedar al margen de la aventura americana, cuando tras el desastre de 1898 pensó que la decadencia era «cosa de castellanos», nada que ver con ellos, y ahora que los hiperventilados del separatismo se apuntan a la leyenda negra antiespañola más infantil.
Y llegó al fin el día 12, que en toda España se celebra con sus más y sus menos, pero se celebra sin hacer demasiado el ridículo como, ya me perdonarán, hizo algún representante de Vox pisando banderas esteladas en la manifestación convocada en Barcelona por Cataluña Suma. No apareció el PSC. Los de Ciutadans sí fuimos pero concentrando nuestra presencia en la feria de entidades acampadas en plaza Cataluña, donde estaban desde la carpa de los muchachos de S’Ha Acabat (felizmente esta vez no tuvieron que ir nuestros diputados a rescatarlos de las hordas fascistas de la UAB…), los sindicatos policiales que defienden la continuidad de la comisaría de Via Laietana, los compañeros de Hablamos Español, que lo defienden gratis y aquí, no sólo en Pernambuco y cobrando una millonada en dietas…
Y es que ser español en Cataluña, como ser catalán en España, es por encima de todo estar vivo. Muy vivo. El 12 de Octubre, por supuesto. Pero también el 13, el 14, el 15…etc.