THE OBJECTIVE
Víctor de la Serna

Ay, aquella monarquía federal…

«Los años de Pedro Sánchez en el poder han destacado más que cualquier otro período desde 1978 por un menosprecio creciente de la igualdad entre ciudadanos y comunidades»

Opinión
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Ay, aquella monarquía federal…

Borja Puig de la Bellacasa | Moncloa

Un senador confiaba a un amigo durante las deliberaciones de aquellas remotas Cortes Constituyentes que una de las discusiones mas ardorosas dentro de su grupo parlamentario había sido esa definición del Estado «de las autonomías», y que varios de sus compañeros defendieron otra, la de Estado federal, sin éxito porque -como acabó siendo el consenso en todos los grupos- no es posible una Monarquía federal.

Los que desconfiaban de las «autonomías» es que ese concepto que no garantizaba unos derechos uniformes para todos los territorios sería más fácil de manejar por quienes seguían persiguiendo la independencia del suyo: la igualdad de reglas dentro de la descentralización es más vaporosa, y de hecho desde el principio el País Vasco gozó de su excepción fiscal, primer paso hacia tantas cosas que han sucedido y siguen sucediendo.

De hecho, el ideal de muchos de los separatistas -prudentes en sus expresiones entonces, pero separatistas– habría sido una monarquía confederal, porque las confederaciones lo son entre estados soberanos que se agrupan por intereses comunes, pero pueden separarse cuando lo deseen. El sistema confederal es inestable por su propia naturaleza, y pocos países lo han aguantado: Suiza se sigue llamando Confederación Helvética por tradición, pero hace ya tiempo que cambió su Constitución para adoptar un sistema tan federal como el alemán o el estadounidense, sin provisiones legales para la secesión de algún cantón.

Esta semana, el anuncio de los presupuestos más desiguales en la historia de esta democracia, con Cataluña recibiendo el doble de inversión estatal que Madrid, con Andalucía castigada,  nos recuerda aquellas viejas discusiones y nos ratifica que los años de Pedro Sánchez en el poder han destacado más que cualquier otro período desde 1978 por un menosprecio creciente de la igualdad entre ciudadanos y comunidades y una manipulación evidente de leyes y decretos para favorecer a los variopintos aliados que le llevaron al poder y, de paso, agraviar a las comunidades gobernadas por el PP.

Sánchez y su Gobierno han adoptado un sistema de relación bilateral con cada comunidad, evitando los debates parlamentarios y haciendo pasar el trágala de esas relaciones que están impulsando los ‘neonacionalismos’ desde Asturias hasta Baleares, pasando por Valencia, y apoyándose en una política obvia de atomización del sistema educativo y de impulso a todo idioma o dialecto que no sea el común de los españoles y de varios cientos de millones de personas más.

Los gobernantes de ocho comunidades autónomas van a reunirse para intentar formar un frente organizado contra el bilateralismo sanchista, que enriquece a los enemigos de la unidad nacional y hunde a los demás. Que tengan buena suerte… pero no parece probable porque el presidente no renunciará a lo que le ha mantenido en el poder, aunque todo acabe en una ruina del país y en un enconamiento de los desafíos independentistas en el norte.

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