¿Quién duda de Clint Eastwood?
«Eastwood no termina de aceptar lo que él mismo nos enseña»
Es un hombre solitario que está de vuelta de todo. Un hombre en retirada al que parece que ya solo le queda que pagar una última deuda. Un hombre en bajada; hacia la naturaleza, hacia México, donde hay mujeres y hay gallos y caballos como en Tejas pero donde no hay ranchos y donde todo es un poco más salvaje, un poco más vivo y un poco más auténtico.
Pero al viejo americano le tiene que costar adaptarse a un ritmo mexicano y ese no es tanto un problema del personaje como del Eastwood actor y director. Algunos detalles hacen sospechar que Eastwood se resiste a envejecer por debajo de sus posibilidades. A mí me parece, por ejemplo, que a este viejo le pasan muchas cosas en muy poco tiempo y que todo lo hace a un ritmo que ya querrían para mi mis acreedores.
Será por envidia, pero a mi parece que los ritmos del amor son más propios de un adolescente que de un anciano. Este viejo cowboy es demasiado seductor entre un público demasiado joven. No es que me ponga moralista, claro. Me alegro por él. Pero si una mexicana voluptuosa unos 30 años más joven perdiendo la cabeza por él puede ser un milagro, dos mexicanas tienen que ser un error de casting. Eastwood es demasiado viejo para ser este viejo que liga sin proponérselo y que doma potros salvajes en cuestión de minutos y sin despeinarse.
El hombre de la pantalla no está para estos trotes y la historia no los necesita. Son escenas que nos hacen dudar si Eastwood no estará haciendo pasar por virtud lo que solo es vejez. Ser macho está sobrevalorado, dice. Y él lo sabrá mejor que nadie y quizás tenga razón. Pero también es cierto que es más fácil domesticar el gallo de los 90 que a los 14 y que por mucho que lo monten en un caballo y lo tiren sobre la cama, ya no está para dar muchas lecciones de hombría.
Podrá dar algo más importante, claro. Al chico le dará una pequeña muestra de amor y domesticidad, de familia y de paz, que el pobre no conocía y le dará, sobre todo, un lugar al que volver cuando ya no quiera o pueda ser macho. Pero parece que Eastwood no acaba de aceptar lo que él mismo nos enseña. En los defectos de la película vemos que ni siquiera este Clint, viejuno y sabio, reconciliado consigo mismo y con el mundo, puede dejar de añorarse como el cowboy seductor que fue. A lo mejor sea esta la auténtica lección sobre la vejez que nos deja su película.