Ellos son fiscofílicos, yo fiscofóbico
«Resulta duro soportar las subidas de impuestos ya aplicadas por el Gobierno, pero es inadmisible que nos las quieran vender con argumentos falsarios».
Que el actual Gobierno y sus terminales padecen de “fiscofilia” en grado agudo es una verdad empíricamente demostrable. Su pasión por utilizar el instrumento coactivo del que disponen para imponernos y exigirnos sucesivos hachazos tributarios ha caracterizado su gestión desde que ocuparon el Palacio de la Moncloa.
Tras constituir una “flamante” Comisión de Expertos para la Reforma Fiscal y sin esperar a conocer su informe, en menos de un año nos han metido ya la mano en el bolsillo un buen número de veces. Han creado la llamada Tasa Financiera y han decretado subidas en el IRPF, en el Impuesto sobre Sociedades, en el que grava la Primas de Seguros, en los Impuestos Especiales, en los que recaen sobre las Transmisiones Patrimoniales, sobre las Sucesiones y Donaciones y… hasta en el que grava la Incineración. Por si fuera poco, ahora Escrivá pretende aumentar también las Cotizaciones Sociales.
Resulta duro soportar las subidas ya aplicadas y aún más lo será sufrir las que nos esperan, pero es inadmisible que nos las quieran vender con argumentos falsarios. Efectivamente, manifiestan los fiscofílicos que en España hay recorrido para exigirnos un mayor sacrificio tributario, argumentándolo mediante el uso de un indicador de dicho sacrificio tan trasnochado y escaso de rigor como es la presión fiscal. En su argumento aluden a que la existente en España es menor que la de los países de nuestro entorno. Vamos a evidenciar lo falsario del argumento comparando el escenario tributario español con el alemán.
Es cierto que la presión fiscal en Alemania -42%- es mayor que la existente en España -36%-. Pero, de hacer caso a los propios fiscofílicos, nuestro país es el paraíso del fraude fiscal, que llegaría a ser un 20%. Si las matemáticas no mienten, y tenemos en cuenta la existencia del fraude, resulta que la presión fiscal que soportamos los españoles que sí pagamos impuestos es de un 44%, es dos puntos proporcionales superior a la alemana.
Pero hay más. Olvidan los aquejados de fiscofilia la diferencia que existe entre la renta per cápita de Alemania -40.000 €- y la de España -23.700 €-. Y olvidan también que nuestro Constitución exige que el sistema tributario sea progresivo. Progresividad que se concreta en el IRPF, nuestro impuesto más progresivo, en el que la proporción entre el impuesto a pagar y la renta individual es mayor conforme ésta es más alta. Por ello, a un español cuyos ingresos fueran 40.000 € se le detrae en el IRPF una proporción mayor de su renta que la detraída a aquél que solo obtenga 23.700 €.
Frente a lo que sucede entre españoles, los fiscofílicos pretenden que el sacrificio tributario entre nosotros y los alemanes sea proporcionalmente el mismo, con independencia de nuestro respectivo nivel de renta: ellos 40.000 €, nosotros 23.700 €. Valiente contradicción. Propugnan simultáneamente la progresividad fiscal entre españoles y la proporcionalidad fiscal entre europeos. Definitivamente, yo me confieso fiscofóbico.