2011: Las últimas elecciones del bipartidismo
«El gurú del peón de ajedrez en el bolsillo -el más sobrevalorado- lleva meses apostando por Yolanda Díaz»
El sábado no solo fue la festividad más señalada (y celebrada) del ‘santoral’ del guerra-civilismo vestido de antifranquismo, fue también el décimo aniversario de las últimas elecciones del bipartidismo imperfecto de nuestra democracia. Era 20-N y aquella fue la fecha elegida por José Luis Rodríguez Zapatero para intentar conjurar, con altas dosis de presunto antifranquismo, su pésima gobernanza de la crisis que había estallado en 2008 y que él se negó a embridar hasta que se lo llevó todo por delante.
Zapatero había anunciado en julio -¡nada menos!- la convocatoria electoral para noviembre, pero aquel 20-N no le funcionó. Siguen en ello aunque ni entonces ni después les ha funcionado electoralmente agitar el fantasma de Franco. Ni coló convocar las elecciones un 20-N de 2011 ni tampoco sirvió de nada (ni al PSOE ni a Podemos) el espectáculo de ataúdes voladores en la precampaña de las elecciones de noviembre de 2019. Una nulidad en términos electorales que se repite una y otra vez porque sí sirve -y mucho- para distraer la atención mediática de la crisis múltiple en la seguimos cavando.
Lo recordarán. El 29 de julio de 2011, en la habitual rueda de prensa de balance del curso político, el entonces presidente Zapatero anunció la convocatoria de elecciones anticipadas: tocaban en marzo de 2012 y las adelantó al 20 de noviembre de 2011. Elecciones el día grande del ‘santoral’ del antifranquismo: bofetón de los españoles en la cara del PSOE y con forma de mayoría absoluta para el PP. Fue la última mayoría absoluta para la derecha, entonces el PP de Mariano Rajoy, y el canto del cisne del bipartidismo imperfecto en España.
La mayoría absoluta fue la forma habitual de Gobierno para el PSOE de Felipe González, el premio a una buena legislatura en minoría para José María Aznar, y un masivo voto de confianza en la capacidad técnica de los altos funcionarios de la derecha, capitaneados por Rajoy, para salir del hundimiento económico de la anterior crisis. No hubo más mayorías absolutas para la izquierda tras Felipe González: fue inasequible para Zapatero e impensable para Pedro Sánchez. Por eso Zapatero y Sánchez cuidan con tanto esmero a sus más variopintos socios y coaligados.
No recuerdo un solo gurú -de esos que presumen de tenerlo todo previsto y calculado, con sus escenarios de parchís y sus encuestas de todo a cien- que predijera que en las elecciones europeas de 2014 un partido perfectamente desconocido, que se había registrado como tal sólo dos meses antes y que presentaba sus papeletas de votación con la cara impresa de un tipo despeinado y con coleta, iba a sacar cinco escaños. Aquello fue la constatación de que la anterior crisis económica (que empezó en 2008 pero continuaba en los bolsillos y en las expectativas de una mayoría de españoles en 2014) había desatado un terremoto político que dio al traste (para muchos años) con el bipartidismo imperfecto en el que vivíamos.
Falta por ver cuál es el impacto de la actual crisis múltiple en el inestable tablero político de multipartidismo mutante en el que vivimos: todo un volcán en erupción con consecuencias mucho más graves que la crisis de 2008. ¡Ya no parece superado ni el Covid! Y el 2022, ese año para el que nos habían prometido una floreciente recuperación gracias a una tonelada de fondos europeos, ahora se presenta con nuevas dosis masivas de empobrecimiento, inflación, desempleo, cierre de empresas, desconfianza en el presente y mucho miedo al futuro.
Ni un solo gurú predijo la voladura del estable bipartidismo en el que vivíamos porque los gurús están muy sobrevalorados. De lo que pueda ocurrir ahora no hay más previsión pública que el aviso de que ya están apareciendo nuevos actores en la actual competición de multipartidismo mutante. Se da por seguro que uno de esos nuevos actores serán los alineados en la plataforma (disimuladamente izquierdista) que se ha dado en llamar la España Vaciada. Pero ni será ni el único ni -probablemente- el más potente.
Lo de la España Vaciada es una predicción fácil: hay más oferta que demanda, pero también hay demanda. La oferta la alimenta, incluso, la esposa del presidente del Gobierno presentando iniciativas de España Vaciada. Sánchez ha entendido que, en el actual sistema de multipartidismo mutante, la abundancia de socios variopintos es un activo: le viene mejor que bien contar con un ramillete de escaños con el perfil -y la amable comprensión hacia su persona- del diputado de Teruel Existe. Y esa oferta puede forjarse con las múltiples plataformas a la izquierda del PSOE que desde hace lustros no logran escaño en la España interior. La demanda requiere convencer a los votantes de esas provincias con pocos diputados de que será más eficaz la reivindicación de sus problemas si evitan a los grandes partidos. No es, por tanto, impensable que tengamos un buen puñado de ‘terueles-existen’.
El gurú del peón de ajedrez en el bolsillo -el más sobrevalorado- lleva meses apostando por Yolanda Díaz como la gran esperanza blanca de la izquierda. A su favor juega el descrédito -también entre la izquierda- de las siglas y de los líderes del PSOE y Podemos, así como la demanda de sus votantes para no tener que quedarse en casa. En su contra queda el recuerdo del fracaso, por ejemplo, de la denominada operación reformista, o del tardío Adolfo Suárez del CDS, o del Julio Anguita en los años del felipismo: “¡No me queráis tanto y votadme!”. ¿Se acuerdan?
El sábado caí en la cuenta de que se cumplía el décimo aniversario de la última mayoría absoluta de nuestra democracia ya por la tarde, y porque vi un solitario tuit de Mariano Rajoy celebrándolo. Lo colgó a las 14.36 y decía así: “Hace 10 años los españoles nos encargaron sacar a España de una crisis devastadora y lo hicimos. Fue un honor dejar una España mejor que la que recibimos y un orgullo hacerlo con la ayuda de tanta gente y con la entrega generosa de todo el Partido Popular. A todos, gracias”. Cuatro horas después, a las 18.17, Pablo Casado colgó otro en la misma línea: “Hace 10 años Mariano Rajoy logró la mayoría absoluta para rescatar España de la quiebra que dejó el PSOE. Con el PP se crearon 3 millones de empleos, las pensiones subieron 16% de media, el fracaso escolar bajó un 10% y se evitó la ruina de la sanidad. Volveremos a hacerlo pronto”.
Sorprende que el décimo aniversario de la última mayoría absoluta del PP no estuviera acompañado de alguna forma de celebración partidaria, o de algún reportaje en prensa. Pero pensándolo un segundo se entiende que conmemorar aquello sería una forma de alimentar la esperanza de que aquel modelo de bipartidismo y mayorías absolutas, es decir, de gobiernos estables con un solo partido, es aún posible en el conjunto de España, porque sí lo es en algunas autonomías, como Galicia y (casi) Madrid. Pero aquello saltó por los aires en 2014. No sabemos cuál será la troposfera a la que podrá llegar a dispararse cuando se convoquen las próximas elecciones.