THE OBJECTIVE
Joaquín Jesús Sánchez

Paraguas rotos, holocausto y gorritos de papel de aluminio

«Tengan cuidado con los conspiranoicos, porque son legión y están deseando despertarte»

Opinión
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Paraguas rotos, holocausto y gorritos de papel de aluminio

El escritor Juan Manuel de Prada. | Efe

Mea culpa. Quiero confesar una afición bochornosa: estoy enganchado a la conspiranoia católica. Sí, a esa gente que dice que los Iluminati puentearon al Espíritu Santo para colocar a Bergoglio, que se acerca el final de los tiempos, que la pandemia es una prueba para separar a las ovejas de las cabras y que la vacuna es la marca de la bestia que se presagia en el Apocalipsis. Se sorprenderían, pero tarados de estos los hay a espuertas, incluso podría enumerarlos según su chaladura —inventando así el oficio de sumiller de majaras. Desde que el mundo es mundo hay quien ha augurando su final. Ya lo dijo Arrabal: el milenarismo va a llegar.

El perfil de estos sujetos es pintoresco: se pirran por los mensajitos de la virgen (hacer penitencia y rezar el rosario, la matraca de costumbre), tienen una gran capacidad para mezclar churras con merinas (los reptilianos con el concilio vaticano segundo, etcétera) e ignoran los rudimentos más elementales de la hermenéutica histórica de los textos sagrados. En resumen, mientras que el iluminado clásico se limita a leer cosas en Telegram y en foros con colores estridentes, estos tienen un plus: lo suyo lo ha confirmado María Santísima.

Estaba felicísimo pensando que este pasatiempo era realmente indie cuando me encuentro con que la riada ha llegado hasta la columnata del ABC. Mis amiguitos del gorro de papel de aluminio estaban pletóricos: por fin alguien respetable se atreve a decir que lo de la vacuna, trararí. Sobreponiéndome a la emoción de que el mismísimo Juan Manuel de Prada mencione también el asuntillo de la marca de la bestia (coñe, ¡lo mismo va a ser verdad!), querría detenerme en su argumento. Dice el escritor que la vacuna es como un paraguas y que cuál es el problema con los que caminan bajo la lluvia.

La imprecisión del símil me tiene entusiasmado. Yo añadiría, ya puestos, lo siguiente: supongamos que lo que cae no es agua, sino una sustancia que convierte a la gente en aliens antropófagos. ¿Se ve ahora el problema? Me sorprende la posición de De Prada, porque es católico. Podríamos replicar que falta a la caridad con el prójimo quien, pudiendo preservarlo de un mal, lo expone a él. Se le podrían, además, enseñar las cifras que demuestran la divergencia entre hospitalizados y muertos con y sin pinchazo. O el alarmante número de variantes que nos llegan gracias a que el virus muta sirviéndose de la población no inmunizada. Nimiedades.

Todavía espantado porque los católicos negacionistas hayan dejado de tocar en garitos clandestinos para dar conciertos en Wembley, leí las audaces reflexiones de un tipo que cree que pedirte el certificado de vacunación para entrar a un bar y el holocausto son la mismita cosa. Aunque es una verdad cierta y aceptada que nueve de cada diez veces el que menciona el nazismo a propósito de otra cosa es imbécil, esta es para premio. Seis millones de muertos son una chiquillada si lo comparamos con que no te dejen tomar un cortado, José Luis. Claro que sí. Hacer silogismos apresurados y falaces tiene muchos partidarios. Viva el efecto mariposa y la madre que lo parió. La inferencia ilegítima es peor que la heroína: te pones a deducir mal y ya no te levantas. Conozco a un tipo que buen día se despertó y, rascándose la cocorota, se dijo: yo creo que los analgésicos son como un chubasquero. La última vez que lo vi estaba diciendo que la Trinidad y los marcianos eran dos caras de la misma moneda. Pobre hombre.

Una cosa les digo: tengan cuidado, porque son legión y están deseando «despertarte». Aquí otra confidencia. Hace unas semanas, en uno de esos días calurosos de otoño, pedí un taxi y al montarme, quitándome la chaqueta, le dije al conductor: vaya, qué calor. El chico me miró por el retrovisor y me dijo: verás, es que el clima lo controlan los chinos. Otro día les cuento despacio cómo fue el viajecito hasta Atocha. Al final, me dio su canal de Telegram, por si quería «estar informado». Tengo que buscar el papelito donde lo apunté, a ver si ha hecho eco de las opiniones de Juan Manuel.

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